miércoles, 13 de junio de 2018

Leyendo... Isaías capítulo 60



LECTURA DIARIA:
Isaías capítulo 60

Estas resplandecientes promesas mesiánicas de restauración de este capítulo traerían esperanza a Israel en el cautiverio, y en sentido amplio, tenían un significado mesiánico y escatológico.

En 59.9 y 10 el profeta se refiere al estado de tinieblas y oscuridad que atravesaba la comunidad judía en Sion en aquellos días: Andamos a tientas, como si no tuviésemos ojos. Las tinieblas simbolizan el caos extremo, cuando las fuerzas operan en la sociedad humana sin control ni coordinación.
Sion pasaba por un estado semejante. En tales circunstancias el profeta proclama en el versículo 1: ¡Levántate! ¡Resplandece! Porque ha llegado tu luz, y la gloria de Jehová ha resplandecido sobre ti. Es que el profeta sí puede aún a través del estado presente ver el glorioso final. Sus palabras mismas han sido un haz de luz en las horas más negras de la historia subsecuente del pueblo de Israel, cuando todo hubiera parecido desmembrarse y disolverse en el caos.
La luz de Israel, lo opuesto del poder del caos, constituye el primer factor del orden, la síntesis de los principios espirituales que introducen armonía en la creación y que de una manera maravillosa han venido a conformar un código: la palabra escrita de Dios.
La luz anunciada a Israel es el reflejo en el pueblo del resplandor de la gloria de Jehová. Esto mismo será observado por las naciones, las cuales empezarán a andar al resplandor de este nuevo amanecer.
Los versículos 6 y 7 describen, en términos propios de la época, el influjo comercial que convergirá en Sion por la vía terrestre. El versículo 9 describe la afluencia de flotas.
La expectativa de la edificación de los muros, expresada en el versículo 10, es señal de que el profeta escribe antes de la llegada de Nehemías a Judá, cuando los muros de Jerusalén ya estaban en ruinas.
Los versículos 11-17 describen las riquezas de las naciones destinadas a convergir en Sion. Ellas serán llevadas por los séquitos de sus mismos reyes.
El versículo 13 vislumbra el esplendor del nuevo templo, que en los días del profeta estaría en proceso de construcción. Y de alguna manera relacionado con la reconstrucción del templo, el versículo 14 parece vislumbrar el sometimiento de los samaritanos. Ellos también llamarían a Jerusalén: Ciudad de Jehová, Sion del Santo de Israel.
Los versículos 17 y 18 anuncian la perpetuidad del orden en la administración de la justicia. El éxito de Sion ya no será más pasajero, sino constante, sin interrupción.
Sólo entonces Israel habrá cumplido el designio divino de ser el reloj de la historia, la obra maestra de Jehová, para manifestar su propia gloria.

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