LECTURA
DIARIA:
Isaías
capítulo 56
Una
profecía que anuncia la salvación de Dios a gente de todas las naciones. Tras
el regreso de Babilonia, había muchos prosélitos gentiles del judaísmo. En el
reino del Mesías los judíos y los gentiles adorarán juntos a Dios.
Dios
ordenó al pueblo que descansara y que lo honrara en el día de reposo. Para los
israelitas, este día especial era el sabat (sábado).
Nadie
quedará afuera, ni los extranjeros ni los eunucos, estos representan a todos
aquellos a quienes la Ley prohibía rendir culto a Jehová junto al pueblo de
Dios. Los extranjeros y eunucos, se excluían de la adoración y ni siquiera los
consideraban ciudadanos en Israel.
Isaías
proclamó con claridad el mensaje radical de las bendiciones de Dios para todas
las personas.
Sus
«atalayas» eran los líderes de la nación. Los líderes de Israel estaban ciegos
a todo peligro. Indiferentes a las necesidades del pueblo, les preocupaba más
satisfacer su propia ambición.
Sin
embargo, cuando no parece haber ningún destello de esperanza, el profeta repite
las palabras de Jehová para un minúsculo remanente que aún se aferra a su Dios:
Pero el que se refugia en mí tendrá la tierra por heredad y poseerá mi santo
monte.
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