miércoles, 20 de junio de 2018

Leyendo... Jeremías Introducción



LECTURA DIARIA:
Jeremías Introducción

Jeremías, el profeta del corazón quebrantado, es el autor de este libro que lleva su nombre.
Nació en la ciudad de Anatot, al norte de Jerusalén. (Jeremías 1.1)

Hilcías fue el padre de Jeremías. Hilcías fue el sumo sacerdote que encontró el libro de la ley de Moisés, durante la época del rey Josías. El descubrimiento de la Ley del Señor entregada a Moisés, provocó una renovación espiritual durante el reinado de Josías.
Fue elegido para ser profeta antes de haber nacido (1.5)
Fue llamado a profetizar cuando era muy joven (1.6)
Dios le encomendó la misión de ser profeta (1.9-10)
Él comenzó su ministerio durante el reinado del rey Josías y fue uno de los que expresó su dolor en el funeral de dicho rey (2 Crónicas 35.25)
Se le prohibió casarse a causa de la época tan terrible en la que vivió (16.1-4)
Él nunca logró que alguien se convirtiese. Fue rechazado por su pueblo (11.18-21); (12.6); (18.18). Fue odiado, golpeado, colocado en el cepo (20.1-3); fue puesto en la cárcel y acusado de ser traidor (37.11-16).
Su mensaje quebrantó su propio corazón. (9.1)
Quiso dimitir de su cargo, pero Dios no se lo permitió (20.9).
Vio la destrucción de Jerusalén y el cautiverio en Babilonia. El capitán de las fuerzas Babilónicas le permitió permanecer en su tierra. Cuando el remanente quiso huir a Egipto, Jeremías profetizó contra ese deseo (42.15-43:3). Fue obligado a ir con el remanente a Egipto (43.6-7) y murió allí. Según la tradición, fue apedreado por el remanente de israelitas.
Se le ha llamado “El Profeta Llorón”, pero no en un sentido despectivo. Pasó la mayor parte de su vida derramando lágrimas. Dios eligió a este hombre, que tenía un corazón maternal, una voz temblorosa, y ojos llenos de lágrimas, para comunicar un mensaje severo de juicio. El mensaje que tuvo que proclamar quebrantó su propio corazón. Este hombre fue un gran siervo de Dios.
Jeremías comenzó su ministerio aproximadamente un siglo después que Isaías.
El mensaje de Jeremías fue el más desagradable jamás comunicado a un pueblo, y fue rechazado. Fue considerado un traidor a su país porque dijo que había que rendirse a Babilonia.
La última renovación espiritual se produjo bajo el reino de Josías, y fue una gran renovación. Después de la muerte de Josías, Jeremías pudo ver que la nación caería en una noche oscura, de la cual no saldría hasta después del cautiverio en Babilonia.
Jeremías continuó su ministerio entre el remanente que quedó en Jerusalén. Después, ellos, los que habían quedado allí, le obligaron a ir con ellos a Egipto. Y así, él continuó su ministerio en Egipto hasta el momento de su muerte. Mirando a la totalidad de su vida, podemos destacar 2 cosas que caracterizaron la vida de Jeremías: sus lágrimas y su soledad, pero lo más importante que podemos destacar es que cumplió fielmente el ministerio que Dios le dió.

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