LECTURA
DIARIA:
Isaías
capítulo 49
El
segundo de los cánticos del Siervo. Antes de que el Siervo, el Mesías, naciera,
Dios lo eligió para llevar la luz del evangelio (el mensaje de salvación) al
mundo.
Cristo ofreció salvación a todas las naciones y sus apóstoles comenzaron
el movimiento misionero para llevar el evangelio hasta los confines de la
tierra. La obra misionera en la actualidad continúa la Gran Comisión de Jesús,
llevando la luz del evangelio a todas las naciones.
Proféticamente,
Isaías describe la tristeza íntima de Cristo por la aparente falta de
resultados de su ministerio. El NT guarda relativo silencio a este respecto,
aunque se alude a ello en el lamento del Señor sobre Jerusalén
La
frase: Por luz de las naciones, se alude a esto en la bendición de Simeón al
niño Jesús
Isaías
continúa refiriéndose a la participación del Siervo en el regreso de Israel
desde Babilonia. La mayoría de los especialistas ven al Siervo de dos formas
diferentes: 1) Históricamente, como Darío; y 2) proféticamente, como un
prototipo de Cristo. Cada uno de ellos desempeñaría su papel para facilitar el
retorno de Israel en dos momentos distintos de la historia.
El
pueblo de Israel sintió que Dios lo había abandonado en Babilonia. Pero Isaías
señaló que Él nunca se olvidaría de ellos, así como una madre no olvidaría a su
hijito.
Dios
probaría al mundo que Él es Dios al obrar lo imposible: hacer que los guerreros
liberaran a sus cautivos e incluso a devolverles el botín que les quitó. Dios
lo hizo antes en el éxodo y lo haría una vez más cuando los cautivos volvieran
a Israel.
En
la frase: El Señor se olvidó de mí, Israel se queja de haber sido olvidado,
pero el Señor le promete tomarlo en sus manos. Él vencerá al destructor de
Israel, lo revestirá de ornamentos, multiplicará su número, y hará que las
naciones lo ayuden. Será su Salvador y Redentor.
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