miércoles, 30 de octubre de 2019

Tiempo... Génesis 2. 16 - 17




TIEMPO DE REFLEXIÓN

"Y ordenó el Señor Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás." Génesis 2. 16 – 17


No era la intención original de Dios que el ser humano muriese. Le había creado a su imagen y semejanza.
Pero aquí vemos que el hombre fue puesto a prueba. Él tenía una voluntad libre y esto, como todo privilegio, crea siempre una responsabilidad.
Aquel ser humano a quien se había dotado con una voluntad libre, debía pasar por una prueba para determinar si obedecería a Dios, o no.
Y Dios advirtió: "el día que de él comas, ciertamente morirás".
Adán no murió físicamente hasta que llegó a una edad de más de 900 años, después de este incidente. Pero Dios le había dicho, "el día que comieres, ciertamente morirás".
La muerte aquí significa separación y Adán quedó separado de Dios espiritualmente desde aquel momento en que comió de aquel fruto.
Por la transgresión él perdería el favor de su Hacedor y se haría merecedor de su desagrado, con todos sus espantosos efectos; de esta manera él quedaría propenso al dolor, la enfermedad y la muerte. Y peor que eso, él iba a perder la maravillosa comunión con Dios y toda de su aprobación.
Sin una alternativa, Adán habría sido como un prisionero, y su obediencia habría sido hueca. Los dos árboles presentaban un ejercicio de decisión, con recompensas si se elegía obedecer o tristes consecuencias si se decidía desobedecer.
Cuando nos enfrentemos a la alternativa de hacer las cosas a nuestra manera, siempre elijamos obedecer a Dios. 
Dios les bendiga abundantemente.

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