TIEMPO DE REFLEXIÓN
"Y ordenó el Señor Dios
al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del
conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas,
ciertamente morirás." Génesis 2. 16 – 17
No era la intención original
de Dios que el ser humano muriese. Le había creado a su imagen y semejanza.
Pero aquí vemos que el
hombre fue puesto a prueba. Él tenía una voluntad libre y esto, como todo
privilegio, crea siempre una responsabilidad.
Aquel ser humano a quien se
había dotado con una voluntad libre, debía pasar por una prueba para determinar
si obedecería a Dios, o no.
Y Dios advirtió: "el
día que de él comas, ciertamente morirás".
Adán no murió físicamente
hasta que llegó a una edad de más de 900 años, después de este incidente. Pero
Dios le había dicho, "el día que comieres, ciertamente morirás".
La muerte aquí significa
separación y Adán quedó separado de Dios espiritualmente desde aquel momento en
que comió de aquel fruto.
Por la transgresión él
perdería el favor de su Hacedor y se haría merecedor de su desagrado, con todos
sus espantosos efectos; de esta manera él quedaría propenso al dolor, la
enfermedad y la muerte. Y peor que eso, él iba a perder la maravillosa comunión
con Dios y toda de su aprobación.
Sin una alternativa, Adán
habría sido como un prisionero, y su obediencia habría sido hueca. Los dos
árboles presentaban un ejercicio de decisión, con recompensas si se elegía
obedecer o tristes consecuencias si se decidía desobedecer.
Cuando nos enfrentemos a la
alternativa de hacer las cosas a nuestra manera, siempre elijamos obedecer a
Dios.
Dios les bendiga
abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario