LECTURA
DIARIA:
Apocalipsis
capítulo 14
El
capítulo 14 presenta una vislumbre de la eternidad a fin de mostrarles a los
creyentes lo que les espera si permanecen fieles. El Cordero es el Mesías. Se
pone en contraste el monte de Sion, que con frecuencia es otro nombre dado a
Jerusalén la capital de Israel, con el imperio mundano.
Los
144,000 representan a los creyentes que han permanecido fieles en las
persecuciones en la tierra y ahora están preparados para disfrutar de los
beneficios eternos y las bendiciones de la vida con Dios para siempre.
Los
tres ángeles contrastan el destino de los creyentes con el de los incrédulos. Estas
personas son creyentes verdaderos cuyas ropas han sido lavadas y purificadas
por la sangre de Cristo (7.14) mediante su muerte ("redimidos de entre los
hombres").
En el
Antiguo Testamento, a menudo se describía la idolatría como adulterio espiritual.
Estos creyentes son espiritualmente puros, han permanecido fieles a Cristo, lo
han seguido solo a Él y han recibido la recompensa de Dios por permanecer
fieles.
Nadie tendrá la excusa de no haber oído jamás
la verdad de Dios. La población del mundo ha tenido su oportunidad de proclamar
su lealtad a Dios, y ahora el gran juicio de Dios está a punto de empezar.
Babilonia
era una ciudad perversa como también un imperio inmoral, un centro mundial para
el culto a los ídolos. Babilonia saqueó Jerusalén y condujo al reino de Judá al
cautiverio. Así como Babilonia fue el peor enemigo de los judíos, el naciente
Imperio Romano fue el peor enemigo de los primeros cristianos. Juan, aplicó el
nombre Babilonia a este enemigo del pueblo de Dios (Roma) y, por extensión, a
todos los enemigos de Dios de todos los tiempos. Los que adoran a la bestia
aceptan su marca sobre sus frentes, y actúan de acuerdo con la palabra de tal
bestia con relación al sistema económico que finalmente se enfrentará al juicio
de Dios. Nuestro mundo valora el dinero, el poder y el placer más que la
dirección de Dios. Para lograr lo que el mundo valora, muchas personas niegan a
Dios y violan principios cristianos.
Dichas
personas han de beber la copa de la ira de Dios. El resultado final del pecado
es separación eterna de Dios. Debido a que los seres humanos han sido creados a
imagen de Dios con una sed innata por comunión con El, la separación de Dios
será el tormento final y la desdicha consiguiente. El pecado siempre acarrea
desdicha, pero en esta vida podemos optar por arrepentirnos y restaurar nuestra
relación con Dios. En la eternidad ya no habrá otra oportunidad de
arrepentimiento.
Estas
noticias sobre el triunfo final de Dios debiera estimular al pueblo de Dios a
permanecer firme en medio de cada prueba y sufrimiento.
Cristo
separará el fiel del infiel, a semejanza del agricultor que cosecha sus granos.
Este es un tiempo de gozo para los cristianos que han sido perseguidos y
martirizados, que recibirán su recompensa tan esperada. Los cristianos no deben
temer el juicio final. Jesús dice: "De cierto de cierto os digo: El que
oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a
condenación, mas ha pasado de muerte a vida" (Juan 5.24).
Un
lagar era un gran recipiente donde se ponían las uvas y luego se aplastaban. El
jugo corría por un conducto que llevaba a un depósito de mayores dimensiones. A
menudo se emplea la imagen del lagar en la Biblia para simbolizar la ira de
Dios y su juicio en contra del pecado.
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