LECTURA
DIARIA:
Apocalipsis
capítulo 2 – El mensaje a Pérgamo
La
tercera iglesia profética del Apocalipsis es Pérgamo. Estaba ubicada a 48
kilómetros al norte de la ciudad de Esmirna. Pérgamo significa “elevación” o
“altura” ya que estaba construida sobre una colina.
Esta ciudad era la más
grande de la zona y llegó a ser la capital de la provincia romana de Asia Menor
y un importante centro cultural. Albergaba una biblioteca con 200 mil libros.
Los “pergaminos” tenían su origen en Pérgamo.
La
etapa histórica de esta Iglesia comenzó en el año 313 d.C. cuando la
persecución había terminado gracias al edicto de Constantino.
Una
vez que la persecución terminó, comenzaron a introducirse una serie de errores
malos a iglesia de “Pérgamo” que sufrió bajo las influencias paganas.
Por
varias razones, Jesucristo no pudo haber escogido a una ciudad más idónea para
representar este período de la historia de la iglesia Cristiana. Pues aquella
gran ciudad de “Pérgamo”, cuyo nombre significaba “altura” o “elevación”,
representa perfectamente el espíritu de aquella época cristiana llena de
popularidad, prosperidad, comodidad, orgullo, política mundana y apostasía.
Es
ésta la única de las siete iglesias a la cual Jesucristo se presenta como
aquel “que tiene la espada aguda de dos filos…” y advierte con atacar
con ella. Apocalipsis 2.12, 16. Recordemos que ésta espada es un símbolo de “la
palabra de Dios”.
Esta
simbólica espada es la que juzga y separa la verdad del error. En esta Iglesia
iba a comenzar a gran escala la división entre la verdad y el engaño, entre lo
correcto y el error, entre la luz y las tinieblas. Esta época de la Iglesia
Cristiana sería decisiva y divisoria, entre la sana doctrina y la apostasía.
La iglesia de “Pérgamo”
representaba la época, en la que la Iglesia Cristiana se unió con el Estado
Romano, bajo los emperadores Constantino en 313 d.C. y Teodosio en 380 d.C.,
quien hizo del Cristianismo la religión oficial del Imperio Romano,
mediante el Edicto de Tesalónica.
Dios
condena la unificación de Iglesia (religión) y Estado (política) fuertemente en
su palabra y la describe como la “fornicación apocalíptica”.
Lamentablemente
la iglesia (la simbólica mujer), que debía ser fiel a Dios (su simbólico
marido/esposo), abandonó a Dios al unirse con los poderes temporales, buscando
cuidado, protección y sostén en el Imperio Romano.
De
esta manera fornicó con “los reyes de la tierra”, la cual hizo de
ella una mujer infiel a Dios, una “ramera”, ante los ojos de Dios.
Es
por eso que durante la época de Pérgamo estaba en pleno desarrollo el
establecimiento del papado del Vaticano, conocido en la Biblia como,
el “hombre de pecado” y el “hijo de perdición” (porque
nació como “hijo” de la “fornicación apocalíptica”, es decir de la
unificación de Iglesia y Estado, y lleva a “la perdición” a los que
confían en sus tradiciones y enseñanzas contrarias a las de las Sagradas
Escrituras).
Jesucristo
dice acerca de Pérgamo “Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el
trono de Satanás” Apocalipsis 2.13. Así que satanás tiene
un “trono” aquí en la tierra desde el cual gobierna.
Pérgamo
era una ciudad pagana muy religiosa llena de idolatría, tal como la antigua
capital griega de Atenas que había estado “entregada a la idolatría”.
Pérgamo era además la sede del antiguo culto babilónico al sol. Cuando los
caldeos fueron derrotados por los Medo-Persas huyeron a Asia Menor donde
establecieron su colegio central en la altiva ciudad de Pérgamo.
Por
lo tanto Dios escogió la iglesia de “Pérgamo” para utilizarla como símbolo
profético de aquella época apóstata en la época la adoración al sol fue
introducida en la Cristiandad.
El
Cristianismo absorbió muchas costumbres paganas como una esponja.
Cristo
elogia en esta Iglesia a los que retienen su nombre y a los que no negaron la
fe de Jesús. Es la Iglesia en la que Cristo menciona a su fiel testigo y
mártir “Antipas” quién murió durante la época de “Pérgamo”, “donde
mora satanás”, es decir en “Roma”. Ap. 2. 13
La
causa de queja a esta época de la Iglesia era que ella permitió el
establecimiento del sistema anticristiano de satanás. La reprensión a la iglesia
de Pérgamo es muy fuerte
Jesucristo
se quejó diciendo: “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los
que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante
los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer
fornicación. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas,
la que yo aborrezco.” Apocalipsis 2.14, 15.
Balaam,
un personaje malvado que aparece como 60 veces en la Biblia, enseñó a los hijos
de Israel “a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer
fornicación”. De esta manera puso “tropiezo” ante ellos. Fue
Balaam quien aconsejó a Balac a seducir a los Israelitas mediante las mujeres
de Moab a participar en el paganismo y en la idolatría.
La
doctrina aborrecible de “los nicolaítas” era parecida a la doctrina
de Balaam que ahora encontramos en “Pérgamo”, pues ellos creyeron que la fe en
Cristo libera de la observancia del mandamiento relativo al adulterio.
El
gran problema es que ahora “los nicolaítas” están adentro,
mientras que en la época de Efeso todavía estaban afuera.
Vemos
como la apostasía avanza progresivamente a medida que van pasando las iglesias
proféticas. Antes, durante la época apostólica de “Efeso”, eran solo “los
nicolaítas” y estaban atacando a la Iglesia Cristiana desde afuera.
Pero ahora, en la época de apostasía de “Pérgamo”, están atacando desde adentro.
Durante
el periodo de persecución de “Esmirna”, la iglesia se mantuvo bastante pura
bajo la persecución y el martirio.
Es
más fácil identificar al enemigo mientras que está afuera de las murallas que
cuando se ha infiltrado en las cámaras secretas de la ciudad. El paganismo y el
error se mezclaron con la verdad y la Iglesia comenzó a descarriarse del camino
santo de Jesús.
La gran amonestación: “Por tanto,
arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la
espada de mi boca.” Apocalipsis 2.16
Hay
dos opciones. Arrepentirse y volver a la sana doctrina verdadera, o no
arrepentirse, convertirse en enemigo de Cristo y sufrir las consecuencias de la
“pelea”, en la cual Jesús atacará el engaño, la decadencia y los errores con la
preciosa verdad de su Palabra.
Hay
que entender este lenguaje simbólico. No se trata que Dios mismo vendrá a la
tierra y peleará con una espada literal que sale de su boca literal. Sabemos
que la “espada de Dios” es su palabra contenida en las Sagradas Escrituras.
Hebreos 4.12; Efesios 6.17. El hecho que la espada sale de la boca, significa
que es pronunciada mediante palabras, tal como Jesús utilizó en cada tentación
en el desierto un pasaje del Antiguo Testamento para refutar los engaños, los
errores y las tentaciones de satanás, diciendo cada vez: “Escrito está”.
“El
que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere,
daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la
piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo
recibe.” Apocalipsis 2.17.
En
cada época de la cristiandad siempre hubo sinceros hijos de Dios que realmente
prestaron atención al mensaje del Espíritu Santo y no hicieron los oídos
sordos. Fueron ellos los que haciendo la voluntad de Dios vencieron en el
periodo de la historia cristiana que les tocaba vivir.
Los vencedores de esta etapa de “Pérgamo”,
cuando la Iglesia se unió al mundo y sus poderes temporales, recibirán
finalmente de parte de Dios “del maná escondido” para comer.
Recordemos
que Dios hizo “llover pan del cielo” en el desierto a su pueblo
hebreo que acabó de salir del paganismo egipcio con su idolatría, su culto al
hombre y su adoración al sol. Y ese “pan celestial”,
llamado “maná” estaba íntimamente relacionado con la obediencia hacia
la ley de Dios.
Así
que al ofrecer Jesucristo el “maná” a los vencedores, en el contexto
de la época de “Pérgamo”, es un claro llamado a la lealtad de sus siervos hacia
los mandamientos de Dios, justamente en la época cuando los diez mandamientos
fueron destrozados por Roma que al unirse al Imperio Romano asimiló la
veneración de hombres, transgrediendo el primer mandamiento, la idolatría,
transgrediendo el segundo mandamiento y el “día del sol” como día de
descanso, transgrediendo el cuarto mandamiento.
Aparte
del “maná” los vencedores recibirán del Señor Jesús además “una piedrecita
blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino
aquel que lo recibe.” Apocalipsis 2.17.
En
esta segunda promesa encontramos una maravillosa señal que Dios quiere dar a
cada uno de sus hijos fieles un nuevo comienzo y un nuevo destino.
Hay una antigua costumbre judicial en la cual
una piedra blanca significaba salvación. El jurado colocó una piedra blanca en
una urna para indultar al prisionero o una piedra negra para condenarlo en el
veredicto.
También
la costumbre de cambiar un nombre es antigua. Es por eso que la palabra de Dios
nos presenta varios ejemplos de personas que recibieron un cambio de nombre
como señal de un nuevo comienzo o un nuevo destino.
Las
culturas orientales relacionaron el nombre con el carácter, la personalidad o
un importante acontecimiento de vida. De esta manera a veces se modificaba o
cambiaba el nombre.
El
nombre de Dios revela su forma de ser y su personalidad. Su nombre es sinónimo
de su carácter. Su “nombre es el Santo”. Isaías 57.15.
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