jueves, 24 de octubre de 2019

Tiempo... Apocalipsis 19. 7 - 8



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Alegrémonos, llenémonos de gozo y démosle gloria, porque ha llegado el momento de las bodas del Cordero. Su esposa se ha preparado: se le ha permitido vestirse de lino fino, limpio y brillante, porque ese lino es la recta conducta del pueblo santo”.  Apocalipsis 19. 7 -8


La Iglesia, formada por los creyentes desde el día de Pentecostés, el día en que el Espíritu Santo vino a la Tierra, tal y como narra el capítulo 2 del libro de los Hechos de los Apóstoles, hasta el momento del arrebatamiento, es ahora presentada como una novia al Señor Jesucristo, siguiendo la similitud de una boda, para unirse con Él, como Su esposa.
En la escena de las bodas del Cordero y Su novia representa la unión final entre Jesucristo y Su Iglesia.
En el Antiguo Testamento, una y otra vez, los profetas hablaron de Israel como la esposa del Señor. El apóstol Pablo en su epístola a los Efesios, en el capítulo 5, versículos 25 al 27: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha."
El Señor Jesucristo amó tanto a la Iglesia, que se entregó a Sí mismo por ella.
Juan, aquí dice, que el vestido de la iglesia, es las acciones justas de los santos. Se refiere aquí, no a la justicia de Cristo, sino a los resultados prácticos de esa justicia en la vida de los creyentes, es decir, la manifestación exterior de la virtud interior.
De la misma forma que el vestido de novia se utiliza una sola vez, nosotros estaremos vestidos con la justicia de Cristo por toda la Eternidad. Nosotros, como hijos de Dios, creyentes redimidos por la sangre de Cristo, compadeceremos ante el Tribunal de Cristo, no para ser juzgados por nuestros pecados, sino para recibir nuestra recompensa.
Esto nos lleva a reflexionar sobre lo siguiente: ¿Qué estoy haciendo para adornar ese vestido de bodas? ¿Qué estoy haciendo para el Señor?
¿Refleja mi carácter que soy cristiano? ¿Refleja mi carácter el de Cristo? ¿Alguien que no fuese cristiano sabría que lo soy, debido a mi carácter?
Cada uno responderá. ¡El Señor viene pronto!
Dios les bendiga abundantemente.

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