TIEMPO DE
REFLEXIÓN
“Después
de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar,
de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante
del trono y en la presencia del Cordero.
Todos gritaban con fuerte voz: ¡La salvación
se debe a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero! ”
Apocalipsis
7.9 – 10.
El último
libro de la Biblia, el Apocalipsis, nos revela la gloria del Cordero.
Allí vemos la posición del Cordero delante de Dios. Sólo en situaciones
excepcionales el trono de Dios es mencionado sin el Cordero. En vez
de eso, leemos: “Y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece
a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.” O: “Después
me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal,
que salía del trono de Dios y del Cordero.”
Entonces,
inmediatamente se nos revela al Cordero como el centro de la gloria
de Dios y, esto, por toda la eternidad. La vida eterna jamás existe sin
el Cordero de Dios: “No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace
abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el
libro de la vida del Cordero.” Dios le dio al Cordero el registro de
los salvados, y solamente aquél que recibió la naturaleza del Cordero
en su nuevo nacimiento, podrá verle un día: “Pero sabemos que cuando
él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como
él es.”
Es además
en victoria como llegan los fieles a la presencia de Dios y del Cordero.
Es Dios
quien los ha sacado con bien de sus luchas, pruebas y tribulaciones; y es Su
gloria la que ahora comparten. Jesucristo es el gran Salvador, el gran
Libertador de Su pueblo. La liberación que Jesucristo ofrece no libra a la
persona de los problemas, sino que la guía y conduce, en medio de cualquier
situación. No hace que la vida sea más fácil, sino la hace grandiosa. La vida
cristiana consiste en que una persona, EN Cristo, puede soportar cualquier
clase de dificultad, manteniéndose firme, y salir con victoria de esa
adversidad.
Dios les
bendiga abundantemente.
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