LECTURA
DIARIA:
Apocalipsis
3 - El mensaje a Laodicea
La
antigua ciudad de Laodicea, que se encontraba a 70 kilómetros al sur de
Filadelfia, era una ciudad próspera. Contaba con tierras fértiles y era un
paraíso de los hombres de negocio.
Era una ciudad rica, orgullosa y
autosuficiente. Desarrollaba actividades de comercio y había elaborado su
propio sistema bancario. Además contaba con su propia moneda. Por lo tanto no
necesitaban de ayuda externa.
Laodicea
era famosa por su facultad de medicina. Los habitantes de esa ciudad fabricaban
un colirio medicinal de exportación con ingredientes locales.
A
esta iglesia Jesús se presenta como “el testigo fiel y verdadero”, aquel
que conoce fielmente su condición real. Apocalipsis 3.14. Es por eso que
Jesucristo le da su diagnóstico desagradable, diciendo: “Yo conozco tus
obras, que ni eres frío ni caliente…” Apocalipsis 3.15.
Esta
séptima y última iglesia representa la fase final del “tiempo del fin”,
siendo el último trecho de la historia cristiana antes del retorno de Jesucristo.
El
mensaje dirigido a “Laodicea” enseña que toda `riqueza´ de la ciudad
es completamente inútil. Su gran problema es la ceguera espiritual que no le
permite ver su trágica condición real. Ella no es consciente de su situación
desesperada. Jesús dice “no sabes que tú eres un desventurado, miserable,
pobre, ciego y desnudo.” Apocalipsis 3.17.
La
situación de “Laodicea” realmente es dramática si entendemos
correctamente los símbolos bíblicos que presenta su descripción. La `desnudez´
en la palabra de Dios es una representación de no estar justificado. La
`ceguera´ en la Biblia es un símbolo de ceguera espiritual, tal como la
`pobreza´ representa la pobreza espiritual.
Los
laodicenses no pueden ver su real condición y en su estima propia viven auto
engañados. Han asimilado las actitudes de la civilización orgullosa y secular
humanista que excluye a Dios de sus corazones.
Es
significativo comprender que Laodicea tenía literalmente oro (porque
era una ciudad rica) como también colirio y vestimentas (porque
las fabricaba). Pero toda esta riqueza era tan solo material y superficial.
Jesús
insiste en que cambien a los valores espirituales. La iglesia piensa que
está bien porque tiene bastante éxito en sus proyectos misioneros,
administrativos y eclesiásticos. La iglesia crece y prospera. Todos estos
`triunfos´ ocultan el pésimo estado de su situación real.
Además
en esta fase final de la Iglesia Cristiana, es decir
en “Laodicea”, lo humano usurpó lo divino. La Iglesia institucional
reemplazó la ciudad de Dios y el “reino de Dios” ha llegado a ser meramente una
construcción humana.
Después
del diagnóstico Cristo sigue diciendo: “Yo conozco tus obras, que ni eres
frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres
tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Apocalipsis 3.15,
16.
Aquí
nos encontramos con un símbolo de la condición espiritual de perdición de la
Iglesia.
Por
causa de su tibieza, Cristo advierte con vomitar a los `laodicenses´ de su
boca. Así que la `tibieza´ es un estado de perdición.
“Laodicea” carece
de `buenas obras´. Es por eso que Cristo dice “Yo conozco tus
obras” y luego procede a desenmascarar su terrible condición desesperada. “Laodicea” está
`desnuda´ y necesita adquirir de Cristo las simbólicas “vestiduras
blancas”. Apocalipsis 3.17. 18.
Es
importante destacar que Cristo dice: “¡Ojalá fueses frío o
caliente!” ¡Lo óptimo es ser caliente! ¡Pero es mejor ser frío que tibio!
Tibio,
es un estado muy peligroso que lleva a la perdición si no hay cambio. El cristiano
carece de celo. Hay falta de fervor en su corazón. No lleva la cruz ni
testifica. El problema es que el `laodicense´ en este estado, está satisfecho
con su condición. Lo peor es que ¡Ellos piensan que están bien!
Cristo
menciona claramente la ignorancia de su propia condición testificando: “no
sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” Apocalipsis
3.17.
Los
`laodicenses´ tibios no han experimentado la justificación.
Están “desnudos” y sin Cristo en el corazón. Cristo está afuera tocando
la puerta deseando que alguien abra para poder entrar. Apocalipsis 3.20.
Los
`laodicenses´ mezclan las cosas de Dios con las cosas del mundo.
Dedican
tiempo para Dios y tiempo para cosas malas del mundo.
Piensan
poder ser salvos en sus pecados sin tener que abandonarlos.
Hacen
cosas buenas y cosas malas. Están solo medio convertidos.
De
sus bocas salen oraciones y bendiciones como también maldiciones.
A
veces testifican de Jesucristo y otras veces lo niegan.
Comen,
visten, escuchan, ven y hablan según las costumbres del mundo.
Los
`laodicenses´ necesitan ver que la obediencia hacia los mandamientos de Dios es
necesaria.
El
Señor les advierte que porque los ama, si no se vuelven de sus malos caminos,
Él los va a corregir. La corrección de Dios es siempre para bien de sus hijos.
¡Dios
desea que seamos salvos y que tengamos vida eterna! El hace todo para que lo
obtengamos. ¡Lo único que el omnipotente Dios NO puede hacer es forzar a sus
criaturas en contra de su propia voluntad! ¡La puerta solo podemos abrirla nosotros!
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