LECTURA
DIARIA:
Apocalipsis
capítulo 2 - El mensaje a Esmirna
La
segunda iglesia del Apocalipsis era Esmirna, una ciudad comercial de asombrosa
belleza, que se ubicaba a 60 kilómetros al norte de la ciudad de Éfeso.
Esmirna
significa “mirra”, que era un bálsamo que se usaba para aplicar a los muertos.
No pudo haber un mejor símbolo profético para representar la característica
particular de esta iglesia, que se vio bajo la prueba de la persecución. De
esta manera Esmirna, “mirra”, era el suave perfume que la acompañó en el
“horno” de la persecución y del martirio.
A
esta Iglesia, Jesucristo se presenta como mártir, como “… el que estuvo
muerto y vivió…” Apocalipsis 2.8. Garantizando de esta manera Su gran
promesa de sacar de la tumba, a sus fieles mártires, en Su glorioso retorno.
La
misma ciudad de Esmirna, como símbolo de la Iglesia de aquella época, fue
“resucitada” literalmente de sus ruinas.
Esmirna
fue construida por los griegos mil años antes de Cristo. En 600 a.C. fue
destruida por los Lidios. Pero luego se reconstruyó durante el tercer siglo
antes de Cristo.
La
historia de esta ciudad prefigura la historia del periodo de la Cristiandad, a
que representa.
Jesús
predijo acertadamente de esta Iglesia: “Yo conozco tus obras, y tu
tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico)…” Apocalipsis 2.9.
En
esta época difícil para la Iglesia, los cristianos no tuvieron éxito material
ni fama terrenal. Pero aunque eran pobres materialmente, eran ricos en
Espíritu.
“Yo conozco… la blasfemia de los que se dicen
ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.” Apocalipsis 2.9
Aquí
la palabra de Dios nos enseña que, pretender ser algo que uno no es, o hacerse
pasar por alguien o algo sin serlo, es repulsivo para Dios y equivale a
blasfemia. Aquí se nos presenta la misma esencia del carácter anticristiano.
Aquel que se hace pasar por Cristo sin serlo, y que en realidad está en su
contra.
Este
versículo nos confirma además que el diablo es muy religioso y tiene su propio
templo, tratándose de la simbólica iglesia en la cual se encuentran todos los
adoradores hipócritas.
La
iglesia cristiana primitiva, antes de proclamar el evangelio a los gentiles,
estaba conformado exclusivamente por verdaderos judíos que habían aceptado a
Jesucristo. La Biblia enseña que luego también los gentiles que aceptaron a Cristo
fueron considerados judíos, pero judíos espirituales; el Israel espiritual
de Dios. Así que simbólicamente los verdaderos cristianos (los judíos y los
gentiles que aceptaron a Jesucristo como su Mesías) son los verdaderos judíos.
En
la época de la iglesia de Esmirna, algunos simulaban hipócritamente ser judíos
(cristianos) pero no poseían las características de un verdadero cristiano.
Ellos eran parte de la simbólica “sinagoga de satanás”.
Durante
este periodo profético de “Esmirna”, los cristianos fueron perseguidos por el
pagano Imperio Romano, que sospechó que eran culpables por una serie de delitos
atroces, que ellos obviamente nunca cometieron.
Malinterpretaron
por ejemplo la comunión de la “santa cena” como una especie de canibalismo, en
la cual tomaban sangre y comían carne humana.
Confundieron
la camaradería cristiana como libertinaje.
Los
culparon con cargos de ateísmo porque adoraron a un Dios invisible (sin
imágenes).
El
mismo Estado sospechaba de ellos porque se negaron a venerar al emperador.
Su
creencia del “fin del mundo” con fuego, fue explotado por el emperador Nerón,
quien los culpó del incendio de la ciudad de Roma.
Hubo
un desprecio generalizado contra los cristianos porque fueron identificados con
los judíos, que consideraban una religión atrasada y remota.
Espiritualmente
y teológicamente, los cristianos de la época de Esmirna eran por lo tanto mucho
más cercanos a los judíos que a los paganos.
El
pagano emperador romano Dioclesiano emitió en el año 303 un edicto
para disolver las comunidades cristianas, demoler sus
iglesias y quemar sus libros.
La
profecía de Esmirna incluye un tiempo profético de 10 días, Apocalipsis 2. 10a.
El número 10 siempre ha sido un símbolo
bíblico de prueba y/o juicio. Es por eso que son exactamente 10 los
mandamientos de la ley, según la cual el ser humano es probado y será juzgado. Entre
otros ejemplos que encontramos en el A. T.
Aunque
no fueron en Esmirna una persecución cristiana que haya durado 10 días
literales, ni tampoco se limitó la persecución a dicha ciudad.
Frente
a la persecución, la tortura y la muerte que iban a tener que sufrir muchos
miembros de la iglesia de Esmirna por causa de la palabra de Dios, Jesucristo
les transmitió importantes palabras de esperanza, ánimo y consuelo, diciendo:
“No
temas en nada lo que vas a padecer… Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la
corona de la vida. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.” Apocalipsis
2.10, 11.
En
este pasaje, Jesús diferencia la primera muerte, de la cual hay
resurrección y vida eterna, de la segunda muerte, que será eterna, y
de la cual ya no habrá resurrección.
El
apóstol Pablo conoció muy bien esta verdad, que el siervo fiel de Dios recibe
su “corona de vida” finalmente en el glorioso retorno de Jesucristo.
La persecución era parte de su propia experiencia. Él dijo un poco antes de
morir como mártir de Cristo:
“Porque
yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está
cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado
la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me
dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos
los que aman su venida.” 2 Timoteo 4.6-8.
El
apóstol Pedro confirmó esta verdad diciendo: “Y cuando aparezca el
Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de
gloria.” 1 Pedro 5.4.
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