UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
SEGUIR
EL CAMINO
Lucas,
reconocido como el autor del libro de los Hechos, identifica al cristianismo
varias veces como “el camino” (Hechos 18.25, 26; 19.9, 23).
En
otras palabras, ¡el cristianismo es un camino de vida!
Efectivamente,
¡el cristianismo es un camino de vida! ¡Y vivir conforme a
ese camino de vida exige valor! Exige valor, no solamente
allá donde están decapitando personas que se declaran seguidoras de Cristo,
sino también en lugares seguros como nuestro trabajo o nuestra propia
casa.
No
es de extrañar que Jesús nos advierta claramente en Lucas 14.26: “Si
alguno viene a mí y no aborrece a su padre y madre y mujer, e hijos y hermanos
y hermanas y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo”.
¡Son
palabras fuertes! Leamos y meditemos sobre lo que esto puede significar. Aquí
el término aborrecer no significa odiar al padre o a la madre o los seres
queridos, sino que no debemos desobedecer a DIOS por complacerlos a ellos.
Jesús
no vino a traer paz en la era actual, como muchos creen: “No penséis que he
venido para traer paz a la Tierra; no he venido para traer paz, sino espada.
Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija
contra su madre y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán
los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el
que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (Mateo 10.34 - 37)
Conocer
la verdad y vivirla no es lo mismo. A Juan se le conoce como el “apóstol del
amor”, con todo, dice que la verdad es un camino de vida que es necesario
practicar: “Si decimos que tenemos comunión con Él y andamos en tinieblas,
mentimos y no practicamos la verdad;” (1 Juan 1.6). Luego prosigue en el
capítulo siguiente, expresando muy claramente qué es lo que debemos practicar:
“En esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El
que dice: Yo le conozco y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la
verdad no está en él” (1 Juan 2.3, 4)
Para
el apóstol Juan, el conocimiento de DIOS no es una visión mística ni una
percepción intelectual. Se manifiesta si guardamos sus mandamientos. La
obediencia no es una virtud espectacular, sino la base del servicio de todo
verdadero cristiano.
Por
eso Juan dice, que si el hombre dice tener este conocimiento, y desobedece
los mandamientos, es un mentiroso. Y recalca esto agregando que la
verdad no está en él.
El
valor es algo que debe practicarse. Muchos temen lo que sus amigos, vecinos y
familiares pensarán si dan un paso adelante para vivir según
el camino del cristianismo verdadero. Prefieren continuar viviendo
cómodamente conforme a las doctrinas y tradiciones que han recibido. Para
ellos, el valor es lo que se requiere para seguir a Cristo en algún país
musulmán lejano, pero no algo necesario en el lugar tranquilo donde uno vive.
Pero al final, todo se reduce a esto: ¿Vamos a reconocer y aceptar la verdad de
las Escrituras? ¿Vamos a obedecer a DIOS? O, ¿vamos a continuar siguiendo las
tradiciones del hombre cuyos orígenes son el paganismo y la filosofía griega?
Aplazar
una decisión, ya eso es una decisión.
En
realidad, tenemos que decidir. ¡Recordemos que no tomar una decisión
es, en sí, una decisión!
¡Seguir
el camino obedeciendo es de valientes!
Dios
les bendiga abundantemente.
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