LECTURA
DIARIA:
Daniel
capítulo 6
Daniel
ya tenía más de ochenta años y era uno de los tres altos funcionarios de Darío.
Estaba trabajando con personas que no creían en su Dios, y era más eficiente y
capaz que los demás. El rey pagano se fijó en él, y Daniel se ganó un lugar de
respeto.
Los
oficiales celosos no pudieron encontrar nada de qué criticar a Daniel, por lo
que atacaron su religión.
Todos
los funcionarios conocían que la característica distintiva de Daniel, su firme
consagración a Dios, podía ser también su punto vulnerable. Exaltaron el
orgullo y la vanidad de Darío a fin de tenderle una trampa a Daniel.
En
Babilonia, la palabra del rey era la ley. Sin embargo, cuando se creaba una ley
en el imperio medopersa, ni siquiera el rey podía cambiarla. Darío era un buen
gobernante, pero tenía un defecto fatal: era soberbio. Al apelar a su soberbia,
los hombres le hicieron firmar una ley en la que se autonombraba dios durante
treinta días. Esta ley no podía ser quebrantada ni siquiera por un funcionario
tan importante como Daniel.
A
pesar de que Daniel conocía la ley en contra de la oración, siguió orando tres
veces al día «como de costumbre». Daniel tenía una vida de oración
disciplinada.
Los
funcionarios encontraron entonces en Daniel, un motivo para sancionarlo y
penarlo echándolo en el foso de los leones para ejecutarlo.
Ante
esto la inquietud asaltó el ánimo de Darío, que nada pudo hacer ante su
decreto.
Pero
Dios libró a Daniel cerrando la boca de los leones.
Nabucodonosor
creyó en Dios por la fidelidad de Daniel y sus amigos. Darío también estaba
convencido del poder de Dios debido a que Daniel fue fiel y Dios lo rescató. A
pesar de que Daniel estaba cautivo en una tierra extraña, su devoción a Dios
fue un testimonio ante poderosos gobernantes.
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