LECTURA
DIARIA:
Ezequiel
capítulo 47
Las
fronteras del Nuevo Israel.
Podemos
dividir este capítulo en tres secciones bien claras:
a)
la descripción del torrente que sale del templo y se dirige por el desierto
hasta el mar Muerto, vivificando la región y las aguas de éste
b) fronteras de la nueva tierra de promisión
c) ordenaciones sobre la buena acogida de los extranjeros que habiten en la Tierra Santa.
b) fronteras de la nueva tierra de promisión
c) ordenaciones sobre la buena acogida de los extranjeros que habiten en la Tierra Santa.
Cuatro
veces se miden mil codos de su trayecto mientras las aguas se elevan hasta los
tobillos, las rodillas, los lomos, y finalmente hasta un sitio demasiado
profundo como para poder atravesarlo. Alusiones a este río se encuentran en
otros lugares de las Escrituras, y se hace evidente su relación con el río del
Paraíso. Los árboles que crecen a lo largo de las riberas del río proveen
abundante fruto durante todo el año, como en Amos 9.13. Este río es similar al
mencionado en Apocalipsis 22.1-2, ambos asociados con el río de vida del huerto
de Edén. El río simboliza la vida que proviene de Dios y las bendiciones que
fluyen de su trono. Es un río manso, seguro y profundo, que se extiende a
medida que fluye.
El
Arabá es la depresión geológica sobre la cual yace el Mar Muerto. «Recibirán
sanidad las aguas» se refiere al Mar Muerto, una masa de agua tan salada que
nada puede vivir en ella. El río sanará las aguas del Mar Muerto, para que
pueda sustentar la vida. Esta es otra ilustración de la naturaleza vivificante
del agua que fluye del templo de Dios.
Los
dos hijos de José, Efraín y Manasés, fueron adoptados por Jacob; mientras Leví
no recibe heredad territorial alguna, ellos representan a dos de las doce
tribus de Israel.
La
frontera norte comienza en la costa fenicia del Mediterráneo sobre Biblos y se
mueve hacia el este hasta el borde del desierto. La frontera oriental abarca
los alrededores de Damasco y la región de Basán, desciende hacia el sudoeste
hasta la ribera este del mar de Galilea, y entonces sigue el curso del río
Jordán hasta el Mar Muerto. La frontera sur comienza en el extremo sureste del
Mar Muerto, circunda a Zoar y Tamar y se mueve entonces hacia el sur de Cades
Barnea para seguir el arroyo de Egipto hasta el Mediterráneo. La frontera
occidental es el Mediterráneo. En la interpretación dispensacional estas
fronteras definen los límites físicos de una nación israelita restaurada.
A
los extranjeros no les estaba permitido poseer tierra en Israel, como lo
demuestra el rechazo de Sebna en Isaías 22.15-19. Este era aparentemente un
extranjero que se labró un sepulcro en Israel. Ezequiel le otorga ahora el
mismo derecho a los no judíos, una importante promesa sobre la inclusión de los
gentiles en el nuevo pacto divino.
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