LECTURA
DIARIA:
Daniel
capítulo 1
El
año tercero de Joacim era el 605 a.C.
Sinar
es otra forma de designar a Babilonia; el moderno Irak meridional.
La
lengua de Babilonia era el arameo. El programa académico de Babilonia debió
haber incluido matemáticas, astronomía e historia con una fuerte dosis de
alquimia y magia. Daniel y sus jóvenes amigos demostraron no solo capacidad
sino también disciplina. Este rasgo de su carácter, combinado con integridad,
los ayudó mucho en aquella nueva cultura.
Nabucodonosor
les cambió el nombre porque quería hacerlos babilónicos ante sus ojos y ante
los ojos del pueblo babilónico. Los nombres nuevos les ayudarían a integrarse a
la cultura. Daniel, que significa “Dios es mi juez” en hebreo, pasó a llamarse
Beltsasar, que significa “Aquel a quien Bel favorece”. Bel era un dios
babilónico. Fue un intento del rey por cambiar la lealtad religiosa de estos
jóvenes del Dios de Judá al dios de Babilonia.
Daniel
se propuso no consumir la comida del rey, prohibida a los judíos. Tal actitud
tenía un doble propósito: acercarse a Dios y mantenerse alejado de la
contaminación.
Daniel
decidió no comer de esa comida debido a que la carne probablemente era cerdo u
otra comida prohibida en Levítico, no estaba preparada de acuerdo con la ley
judía, y probablemente había sido sacrificada a los ídolos. A pesar de que
Daniel estaba en una cultura que no honraba a Dios, seguía obedeciendo las
leyes de Dios.
“Propuso
en su corazón” son palabras fuertes que expresan fidelidad a los principios y
determinación a seguir un curso de acción. Cuando Daniel determinó que no iba a
contaminarse, estaba siendo fiel a su determinación de siempre de hacer lo
correcto y no ceder a las presiones del medio.
Dios
se movió con mano invisible para tocar el corazón del funcionario babilónico.
La fuerte convicción de aquellos cuatro jóvenes lo impactaron.
Los
babilónicos estaban tratando de cambiar la mentalidad de estos judíos al darles
educación caldea, su lealtad al cambiarles el nombre, y su estilo de vida al
cambiarles la dieta. Sin ceder en nada, Daniel encontró la manera de vivir
según las normas de Dios en una cultura que no honraba a Dios. De manera sabia
eligió negociar en vez de rebelarse, y sugirió una dieta experimental de diez
días.
Daniel
y sus amigos aprendieron lo mejor que pudieron la nueva cultura para poder
hacer su trabajo con excelencia. Sin embargo, mientras aprendían, se
mantuvieron en total lealtad a Dios.
Nabucodonor
situó a Daniel y a sus amigos entre su equipo de consejeros. Ese equipo incluía
“magos y astrólogos” que afirmaban predecir el futuro a través de las prácticas
del ocultismo. Eran bien hábiles en comunicar su mensaje con autoridad, como si
lo recibieran directamente de sus dioses. Sin embargo, Daniel y los otros
jóvenes judíos tenían discernimiento, que era un don de Dios, además de
conocimiento. Por eso el rey estaba más complacido con ellos que con los otros.
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