domingo, 7 de octubre de 2018

Leyendo... Daniel capítulo 1



LECTURA DIARIA:
Daniel capítulo 1

El año tercero de Joacim era el 605 a.C.
Sinar es otra forma de designar a Babilonia; el moderno Irak meridional.

La lengua de Babilonia era el arameo. El programa académico de Babilonia debió haber incluido matemáticas, astronomía e historia con una fuerte dosis de alquimia y magia. Daniel y sus jóvenes amigos demostraron no solo capacidad sino también disciplina. Este rasgo de su carácter, combinado con integridad, los ayudó mucho en aquella nueva cultura.
Nabucodonosor les cambió el nombre porque quería hacerlos babilónicos ante sus ojos y ante los ojos del pueblo babilónico. Los nombres nuevos les ayudarían a integrarse a la cultura. Daniel, que significa “Dios es mi juez” en hebreo, pasó a llamarse Beltsasar, que significa “Aquel a quien Bel favorece”. Bel era un dios babilónico. Fue un intento del rey por cambiar la lealtad religiosa de estos jóvenes del Dios de Judá al dios de Babilonia.
Daniel se propuso no consumir la comida del rey, prohibida a los judíos. Tal actitud tenía un doble propósito: acercarse a Dios y mantenerse alejado de la contaminación.
Daniel decidió no comer de esa comida debido a que la carne probablemente era cerdo u otra comida prohibida en Levítico, no estaba preparada de acuerdo con la ley judía, y probablemente había sido sacrificada a los ídolos. A pesar de que Daniel estaba en una cultura que no honraba a Dios, seguía obedeciendo las leyes de Dios.
“Propuso en su corazón” son palabras fuertes que expresan fidelidad a los principios y determinación a seguir un curso de acción. Cuando Daniel determinó que no iba a contaminarse, estaba siendo fiel a su determinación de siempre de hacer lo correcto y no ceder a las presiones del medio.
Dios se movió con mano invisible para tocar el corazón del funcionario babilónico. La fuerte convicción de aquellos cuatro jóvenes lo impactaron.
Los babilónicos estaban tratando de cambiar la mentalidad de estos judíos al darles educación caldea, su lealtad al cambiarles el nombre, y su estilo de vida al cambiarles la dieta. Sin ceder en nada, Daniel encontró la manera de vivir según las normas de Dios en una cultura que no honraba a Dios. De manera sabia eligió negociar en vez de rebelarse, y sugirió una dieta experimental de diez días.
Daniel y sus amigos aprendieron lo mejor que pudieron la nueva cultura para poder hacer su trabajo con excelencia. Sin embargo, mientras aprendían, se mantuvieron en total lealtad a Dios.
Nabucodonor situó a Daniel y a sus amigos entre su equipo de consejeros. Ese equipo incluía “magos y astrólogos” que afirmaban predecir el futuro a través de las prácticas del ocultismo. Eran bien hábiles en comunicar su mensaje con autoridad, como si lo recibieran directamente de sus dioses. Sin embargo, Daniel y los otros jóvenes judíos tenían discernimiento, que era un don de Dios, además de conocimiento. Por eso el rey estaba más complacido con ellos que con los otros.

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