UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
¿POR
QUÉ SE DESVÍAN LOS JÓVENES?
A
veces nos cuesta entender cómo ayudar a nuestros hijos a seguir el camino
correcto.
Muchos padres y madres que aman a sus hijos, y que han actuado con las mejores intenciones, se preguntan por qué los jóvenes se van por el mal camino.
Unos,
agobiados por la culpa, sienten que han fracasado. Otros se niegan a reconocer
que cometieron algún error, prefiriendo señalar la presión de los compañeros,
el efecto de los colegios o las malas amistades.
Ninguna
persona inteligente puede negar la importancia de los compañeros o la
influencia de la educación secular moderna. Estos representan grandes retos
para cualquier padre o madre. Pero, ¿Eso es suficiente argumento o habrá
factores que mejorarían la probabilidad de criar hijos felices y de buen
comportamiento, que luego se convertirán en buenos cristianos y ciudadanos
productivos?
¡Hay
ciertos errores que pueden evitarse!
No
hay nada como la hipocresía para que un hijo llegue a no respetar a sus padres y los valores que
ellos representan. Cuando enseñamos una cosa y hacemos otra, nuestros hijos lo
captan. Son hábiles para detectar la hipocresía en otros, y a la vez ellos
mismos se vuelven maestros de la hipocresía. ¿Cuántos padres dicen: “No hagas
lo que hago; sino lo que digo”? Los que amenazan: “Voy a lavarte la boca con
jabón si te oigo decir esa palabra otra vez”. Pero si dejan que la misma palabra
salga de su propia boca, no tendrán el respeto de sus hijos.
Los
hijos necesitan saber que sus padres son consecuentes en lo que dicen y lo que
hacen. Actuar de otro modo es decirles que uno mismo no cree lo que dice.
Los
padres no somos seres perfectos, pero nuestro ejemplo y camino de vida debe
concordar lo más posible con lo que enseñamos. Es importante distinguir entre
un error infrecuente de los padres y una vida de hipocresía. Cualquier persona
comprensiva, incluso nuestros hijos, dejará pasar un incidente sí reconoce que
nuestro error fue algo fuera de lo usual. En otras palabras, quienes nos rodean
saben que normalmente no hacemos ciertas cosas, pero que en un momento
dado hemos cometido un error. Dicho de otra manera, podemos ser culpables
de un acto de hipocresía, pero no ser hipócritas de carácter.
Los
hijos deben confiar en que sus padres, pese a sus imperfecciones, son sinceros:
que lo que enseñan es lo que realmente creen. El padre o madre que se disculpa,
en vez de justificarse después de cometer algún acto fuera de lo usual,
contribuye mucho a forjar los lazos con su hijo.
Una
vida de sinceridad, y no de hipocresía, comienza a temprana edad.
Los
padres tenemos el privilegio y responsabilidad de criar a nuestros hijos para
el Señor. DIOS desea que nosotros como padres tomemos esta responsabilidad en
serio y busquemos su ayuda.
El
libro del Deuteronomio instruye a los padres en la manera de enseñar las leyes
de DIOS a sus hijos: “Las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en
tu casa y andando por el camino y al acostarte y cuando te levantes. Y las
atarás como una señal en tu mano y estarán como frontales entre tus ojos; y las
escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas” Deuteronomio
6.7-9.
Como
padres, debemos guiarlos enseñándoles las cosas de DIOS. Debemos estar
separados y entregados nosotros mismos para que vean nuestro ejemplo.
Dios
les bendiga abundantemente.
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