LECTURA
DIARIA:
Oseas
capítulo 8
Trataron
de establecer su propio gobierno, y aún su propia religión, ajena al verdadero
Dios.
Este
enemigo que descendía como águila era Asiria que llegaba a atacar a Israel y
llevarse cautiva a su gente. El pueblo clamaría a Dios, pero sería demasiado
tarde debido a que habían sido tercos al no dejar a sus ídolos.
La
semilla de su debilidad producirá una abundante cosecha de sanciones.
La
cosecha es el resultado de la siembra de buena semilla en un buen suelo con
porciones adecuadas de sol, humedad y fertilizante. Una sola semilla puede
producir múltiples frutos en buenas condiciones. Israel, sin embargo, había
arrojado su semilla espiritual al aire al dedicarse a actividades que no tenían
sustancia. Al igual que el viento que va y viene, su idolatría y sus alianzas
con extranjeros no le ofrecieron protección. Al buscar sobrevivir lejos de
Dios, se acarreó su propia destrucción. Como poderoso torbellino, el castigo de
Dios vendría sobre Israel por medio de los asirios.
Aún
un asno montés puede sobrevivir por sí mismo, pero Israel se había hecho
dependiente de sus aliados extranjeros. Israel buscó obtener por medio de la
compra lo que Dios le había prometido gratuitamente: su protección y provisión.
Añadir
altares idólatras aumentó sus transgresiones, en lugar de remitirlas.
Aunque
las leyes se escribieron para ellos, Israel las tenía como «cosa extraña».
En
Egipto, los israelitas habían sido esclavos. El pueblo no regresaría
literalmente de Egipto, sino que regresaría de la esclavitud, esta vez
esparcido a todo lo largo y ancho del imperio asirio.
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