UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
¿HAY
QUE OBEDECER PARA SER SALVO?
Todos
los que responden al llamamiento de DIOS, se arrepienten sinceramente y se
bautizan, recibirán el perdón de sus pecados y el don del Espíritu Santo, el
poder espiritual que los faculta para llevar una vida nueva.
Ahora
bien, ¿en qué consiste esta respuesta al llamamiento de DIOS?
En
el día de Pentecostés el apóstol Pedro predicó el primer sermón inspirado en la
Iglesia del Nuevo Testamento. Se hallaba en Jerusalén ante varios millares de
oyentes quienes, al escucharlo, se sintieron compungidos por su participación
en la muerte del Mesías, Jesucristo, y les preguntaron a Pedro y los demás
apóstoles: "Varones hermanos, ¿qué haremos?" (Hechos 2.37).
Esta
era la oportunidad para que Pedro les dijera que no necesitaban hacer nada.
Pero, ¿qué les respondió Pedro?: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo" (v. 38).
La
Biblia narra este hecho maravilloso: "Así que, los que recibieron su palabra
fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y
perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en
el partimiento del pan y en las oraciones" (vs. 41- 42).
Aquel
mismo día, 3.000 nuevos cristianos obedecieron las instrucciones de Dios. Se
arrepintieron y se bautizaron. Hicieron lo que Jesús había mandado para todos
los cristianos: "Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea
predicando el evangelio del Reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido,
y el Reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio" (Marcos
1.14 - 15).
Jesús
dio aquí dos requisitos; requisitos que muchos se niegan a creer y aceptar. Hay
quienes desean "ser salvos" pero hacen caso omiso del
arrepentimiento. ¿Qué es arrepentimiento? La palabra griega
es metanoia, que significa "pensar de otra manera".
Hay
que arrepentirse del pecado. ¿Qué es pecado? "Todo aquel que comete
pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley"
(1 Juan 3.4). La Biblia lo dice claramente: "El pecado es infracción de la
ley".
Cuando
nos arrepentimos del pecado, lamentamos profundamente haber quebrantado la ley
de DIOS. (Romanos 8.7).
El
arrepentimiento trae un cambio profundo en nuestro modo de pensar y trae
el compromiso de vivir por cada palabra de DIOS. Como dijo Jesús, "No
solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios" (Lucas 4.4).
El
arrepentimiento es más que la conciencia intelectual de que se ha pecado. El
arrepentimiento genuino nos hace lamentar profundamente nuestros pecados.
El
verdadero arrepentimiento, trae frutos: "Esto mismo de que hayáis sido
contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué
indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En
todo os habéis mostrado limpios en el asunto" (2 Corintios 7.11).
Una
persona que se ha arrepentido sinceramente cambia su modo de pensar y
su modo de actuar.
Si
nosotros seguimos practicando el pecado sin cambio alguno en la actitud o en la
vida, entonces no hay arrepentimiento genuino.
Las
pruebas en la Biblia son contundentes. No podemos seguir desobedeciendo a DIOS
¡y recibir el don de la salvación! Pablo hablaba de los falsos cristianos que
pretendían, como muchos lo pretenden ahora, valerse de la gracia ¡como licencia
para pecar!
El
apóstol Judas también condenó este concepto de la gracia que es contrario a lo
que enseña la Biblia (Judas 4).
Los
primeros cuatro mandamientos nos dicen cómo amar a DIOS y los últimos seis nos
dicen cómo amar al prójimo. Por eso, el apóstol Juan escribió: "Este es el
amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son
gravosos" (1 Juan 5.3), o "no son una carga" como dice la
versión DIOS habla hoy.
Por
tanto, tal como lo dijo firmemente el apóstol Pablo, es imposible que sigamos
viviendo bajo la gracia si al mismo tiempo practicamos el
pecado. Ningún cristiano realmente arrepentido querrá practicar el pecado
mientras reclama la gracia. El cristiano verdadero ha "sepultado" al
viejo ser en el bautismo, tal como lo explica el apóstol Pablo: "¿No
sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte
por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria
del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva" (Romanos 6.3 - 4).
Dios
les bendiga abundantemente.
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