UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
¡EL
MEJOR TIEMPO!
Los
hijos son herencia del Señor para que el hombre alcance la plenitud de la vida.
“He
aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre.
Como
saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud.
Bienaventurado
el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado
Cuando hablare con los enemigos en la puerta”.
Cuando hablare con los enemigos en la puerta”.
Salmo
127. 3 - 5
Nadie
tiene que explicarnos la importancia de pasar tiempo con nuestros hijos, sean
pequeños o mayores. Esto tiene que ser de alta prioridad. Pero es fácil
distraerse con otras cosas. El egoísmo es característico de nuestros tiempos.
Muchas parejas deciden no tener hijos sencillamente porque estos limitarían su
libertad y diversión. Otros tienen hijos pero viven como si no los tuvieran.
La
mayor parte de los niños pequeños desean estar con su madre e incluso se
aferran a ella. Cuando un pequeñito se ve más apegado que a sus padres a otro
adulto o a sus amigos al ir creciendo, esta es una señal de peligro. Los pequeños
pueden agotar nuestra paciencia con sus requerimientos y sus preguntas
constantes sobre cómo funciona todo en su pequeño universo, pero el tiempo que
les dedicamos es importante.
El
viejo argumento que compara la “calidad de tiempo” que se pasa con ellos con la
“cantidad de tiempo”, es necio. Se requieren ambas cosas.
Generalmente
en los primeros años de nuestros hijos, cuando ellos más nos necesitan, nos encontramos ocupados en las actividades
laborales y no tenemos tiempo para jugar, hacer la tarea o disfrutar de tiempo
con ellos.
No
es sino cuando el hijo regresa de la universidad que el padre finalmente tiene
tiempo para él, pero ya el hijo está envuelto en sus propios intereses y no
tiene tiempo para los padres.
Solo
después de jubilarse, se dan cuentan de que su hijo resultó igual a él:
demasiado ocupado para dedicar tiempo a su familia.
Cuántas
veces oímos decir: “¡Crecen tan rápido! ¿Qué se hicieron los años?” El tiempo
perdido jamás puede recuperarse, y a veces los padres, aunque bien intencionados,
andan demasiado ocupados para pasar horas preciosas con sus hijos hasta que es
demasiado tarde.
Comprendemos
que los adolescentes quieran estar con otros adolescentes. Esto es normal. Pero
algunos solamente desean estar fuera de su casa. Cuando nuestros hijos desean
pasar más tiempo con otros que con nosotros, el antídoto no es ceder, sino
aumentar el contacto con ellos.
Busquemos
alguna salida, algún paseo, algún proyecto
que podamos hacer juntos como un deporte. Aunque no lo agradezcan en el
momento, llegará un día en que sí lo entenderán.
Propongámonos
hacer del tiempo juntos como familia una prioridad. Planifiquemos tiempo para
estar juntos, e insistamos en que los niños participen. Es posible que éstos no
siempre se sientan emocionados por la idea, al comienzo. Pero pensemos en
nuestros recuerdos favoritos de la niñez, y encontraremos que la mayoría de
ellos giran en torno al tiempo que pasábamos con nuestra familia, no importa lo
frecuente o infrecuente que fuera eso.
Un
hijo es una persona que DIOS ha depositado en nuestras manos desde el momento
que nace, para que lo amemos, lo disfrutemos, y le demos una excelente
formación como hombre o mujer de bien.
Somos
los responsables de lograr ese noble propósito, es a nosotros, como padres que el
Señor nos dio tan enorme papel, a nadie más.
Dios
les bendiga abundantemente.
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