lunes, 1 de octubre de 2018

Leyendo... Ezequiel capítulo 44



LECTURA DIARIA:
Ezequiel  capítulo 44

Una vez descrito el templo y su altar, Ezequiel aborda la cuestión del culto en la nueva casa de Dios. Sólo los sacerdotes propiamente tales podrán acercarse al altar de Dios.

El profeta es transportado a la puerta oriental, que estaba cerrada y nadie podía entrar por ella, pues estaba santificada por haber penetrado por ella el Espíritu de Dios. Al decir que estaba cerrada, insinúa el profeta que Espíritu de Dios no volverá a abandonar el templo, como lo había hecho antes. Sólo el príncipe tendrá acceso a la puerta oriental desde el interior del recinto sagrado. No podrá salir por ella, pues debe permanecer cerrada indefinidamente.
El príncipe es sinónimo de «mi siervo David».
A los incrédulos no se les permitiría la entrada al templo. La visión de Ezequiel era para una adoración restaurada, pura, donde solo participarían los que se prepararán física y espiritualmente.
El templo restaurado de Dios sería administrado sólo por los sacerdotes que estipulaba el pacto.
Se especifican regulaciones que deberán seguir quienes ministran como sacerdotes. Se mencionan a los descendientes de Sadoc debido a que los sacerdotes de esta línea permanecieron fieles a Dios, mientras que otros se corrompieron.
Las vestidura de lino simbolizaban la pureza ritual; la lana, que procedía de un animal, debía considerarse impura.
Ezequiel exige de sus compatriotas una rectificación de vida en sus costumbres y una exclusión total de los extranjeros en el nuevo culto. Según la antigua Ley, los extranjeros podían ofrecer sacrificios delante del tabernáculo, excluyéndoles sólo de la celebración de la Pascua. El profeta urge esta separación de los gentiles para prevenirlos contra una posible absorción por parte de éstos. Esdras y Nehemías se moverán en el mismo plano en sus relaciones con el extranjero, negándose a admitir la colaboración de los samaritanos en la reconstrucción del nuevo templo.

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