LECTURA DIARIA:
Ezequiel capítulo 44
Una
vez descrito el templo y su altar, Ezequiel aborda la cuestión del culto en la
nueva casa de Dios. Sólo los sacerdotes propiamente tales podrán acercarse al
altar de Dios.
El
profeta es transportado a la puerta oriental, que estaba cerrada y nadie podía
entrar por ella, pues estaba santificada por haber penetrado por ella el
Espíritu de Dios. Al decir que estaba cerrada, insinúa el profeta que Espíritu
de Dios no volverá a abandonar el templo, como lo había hecho antes. Sólo el
príncipe tendrá acceso a la puerta oriental desde el interior del recinto
sagrado. No podrá salir por ella, pues debe permanecer cerrada indefinidamente.
El
príncipe es sinónimo de «mi siervo David».
A
los incrédulos no se les permitiría la entrada al templo. La visión de Ezequiel
era para una adoración restaurada, pura, donde solo participarían los que se
prepararán física y espiritualmente.
El
templo restaurado de Dios sería administrado sólo por los sacerdotes que
estipulaba el pacto.
Se
especifican regulaciones que deberán seguir quienes ministran como sacerdotes.
Se mencionan a los descendientes de Sadoc debido a que los sacerdotes de esta
línea permanecieron fieles a Dios, mientras que otros se corrompieron.
Las
vestidura de lino simbolizaban la pureza ritual; la lana, que procedía de un
animal, debía considerarse impura.
Ezequiel
exige de sus compatriotas una rectificación de vida en sus costumbres y una
exclusión total de los extranjeros en el nuevo culto. Según la antigua Ley, los
extranjeros podían ofrecer sacrificios delante del tabernáculo, excluyéndoles
sólo de la celebración de la Pascua. El profeta urge esta separación de los
gentiles para prevenirlos contra una posible absorción por parte de éstos.
Esdras y Nehemías se moverán en el mismo plano en sus relaciones con el
extranjero, negándose a admitir la colaboración de los samaritanos en la
reconstrucción del nuevo templo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario