LECTURA
DIARIA:
Daniel
capítulo 2
Dios
envió una serie de sueños a Nabucodonosor con mensajes proféticos que podían
ser revelados y comprendidos sólo por un siervo de Dios.
Los caldeos
(astrólogos) dijeron al rey que era imposible conocer los sueños de otra
persona. Lo que el rey pedía era humanamente imposible. Sin embargo, Daniel
pudo dar la respuesta al rey debido a que Dios estaba actuando a través de él.
Después
de que Daniel pidió a Dios que le revelara el sueño de Nabucodonosor, recibió
una visión del sueño. Su oración fue contestada.
Antes
de decirle nada al rey, Daniel glorificó a Dios. Explicó que no sabía del sueño
por su propia sabiduría sino sólo porque Dios se lo reveló.
El
sueño se refiere al futuro, desde los tiempos de Nabucodonosor hasta el fin de
la historia humana.
La imagen
del sueño representaba a gobiernos sobre los que Dios ejerce soberanía.
La
cabeza de oro representaba a Nabucodonosor, el gobernante del Imperio
Babilónico. El pecho y los dos brazos de plata representaban el imperio
medopersa que conquistó Babilonia en el año 539 a.C. El vientre y los muslos de
bronce eran Grecia y Macedonia bajo el gobierno de Alejandro Magno, quien
conquistó el imperio medopersa en el año 334-330 a.C. Las piernas de hierro
representaban a Roma, que conquistó a los griegos en el año 63 a.C. Los pies y
dedos de arcilla y hierro representaban la caída del Imperio Romano, cuando el
territorio que gobernaba Roma se dividió en una mezcla de naciones fuertes y
débiles. El tipo de metal de cada una de las partes representaba la fortaleza del
poder político que representaba. La piedra que se desprendió de la montaña
representaba el Reino de Dios, que sería regido eternamente por el Mesías, el
Rey de reyes. El sueño reveló que el Dios de Daniel estaba por encima de
cualquier rey terrenal.
La
piedra cortada, no con mano es símbolo del poder soberano de Dios sobre la
historia, una soberanía que se implementa por medio de los gobernantes humanos.
Para los lectores de la época de Daniel, esta «piedra» pudo haber sido el rey
Ciro, quien invadió a Babilonia, la puso bajo la dominación de los medos, y fue
utilizado por Dios para permitir el regreso de los hebreos a Jerusalén. El
hecho de que haya sido descrito como un gran monte que llenó toda la tierra
muestra la estatura histórica que se le reconocía. De ahí que aquella «piedra»
prefigure a Jesucristo, el soberano ungido por Dios para reinar sobre todas las
naciones y pueblos a lo largo de la historia. A su retorno él «levantará un reino
que no será jamás destruido y consumirá a todos estos reinos»
Nabucodonosor
honró a Daniel y al Dios de Daniel. Si Daniel se hubiera quedado con la gloria,
el rey lo hubiera honrado sólo a él. Debido a que Daniel dio el crédito a Dios,
el rey los honró a ambos.
Después
de que lo nombraron gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe de los
sabios, Daniel pidió que sus compañeros, Sadrac, Mesac y Abed-nego, fueran sus
ayudantes. Daniel sabía que no podría llevar tan gran responsabilidad sin
colaboradores capaces, y escogió a los mejores hombres que conocía: sus tres
compañeros hebreos.
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