miércoles, 9 de octubre de 2019

Leyendo... Apocalipsis capítulo 5



LECTURA DIARIA:
Apocalipsis capítulo 5

El contexto de Apocalipsis capítulo 5 muestra inicialmente a Dios Padre, quién está sentado en el trono, con el libro sellado en su mano derecha.

En la antigüedad un libro era un pergamino, enrollado en un palo largo. El libro que está en la mano derecha de Dios Padre es muy especial ya que fue sellado con siete sellos, y nadie, ni siquiera un ángel celestial, era digno para poderlo abrir, ni leer, ni siquiera mirar. El hecho que este libro estaba en la mano de Dios muestra que se trata de conocimiento divino y los seres del universo entero eran incapaces e indignos de entrar en los consejos del Creador.
 Juan dice: “Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.” Apocalipsis 5.4
Pero uno de los 24 ancianos le dijo: “No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos. Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.“ Apocalipsis 5.5, 6.
Todas las criaturas celestiales proclaman la dignidad de Jesucristo. Jesús es el autor de la vida y Creador de todas las cosas.
Jesús recibe dos nuevos nombres. En primer lugar “el león de la tribu de Judá”. Sabemos que un león se caracteriza por su fortaleza, su autoridad y sus poderes reales. Es por eso que el león es el rey de los animales. Génesis 49. 9 – 10 habla acerca del Mesías: “Cachorro de león, Judá; De la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león, así como león viejo: ¿quién lo despertará? No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos.” 
 Este nombre aparece en la profecía de Jacob según la cual se afirma que «el cetro» no se apartaría de la tribu de Judá.
El segundo nombre dado a Jesús en este contexto es “la raíz de David”. Jesucristo apareció en la descendencia de David.
David era un modelo del Antiguo Testamento que prefiguraba al Señor Jesucristo. Pues el trono y el reinado de David fueron una figura del trono y del reinado de Jesucristo sobre su pueblo.
En el Antiguo Testamento encontramos otra profecía mesiánica . Esta vez en el libro del profeta Isaías, donde identifica a Jesucristo nuevamente como descendiente directo de David.
“Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu del Señor… Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa.” Isaías 11.1, 2, 10.
Jesucristo tiene el derecho de abrir el libro sellado pues obtuvo la victoria en el conflicto sobre el mal. ¡Cristo venció la tentación, la agonía en la cruz, la muerte y el sepulcro! ¡Y de esta manera nos aseguró la salvación!
Uno de los 24 ancianos dijo a Juan que no llore porque el león de la tribu de Judá había vencido y es digno de abrir los siete sellos.
Jesús tiene un carácter dual. En su carácter se unen la majestuosidad y autoridad del león y la mansedumbre y humildad del cordero.
Otra razón por la cual se destaca a Cristo en esta visión como el cordero inmolado es porque Jesús asumió en esa ceremonia la sagrada función del Sumo Sacerdote celestial para intermediar por el pecador arrepentido mediante la sangre de su sacrificio, como “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
Recién en el momento de iniciar el juicio celestial, Cristo asume su reino eterno decidiendo quienes podrán ser súbditos de su reino eterno, y tras el juicio celestial comienza a reinar. En ese momento cambiará su ropa de sumo sacerdotal por la vestimenta real. ¡Cristo dejará su función de cordero y asume su función de león!
Jesús es representado además con siete cuernos y siete ojos. El número siete es el número de la perfección divina y de lo completo. Los siete ojos que tiene el Cordero representan la omnisciencia divina. Y los siete cuernos que tiene el Cordero representan su poder y su fuerza.
“Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.” Ap. 5.7
En cierto sentido Jesús ya es recibido como rey en esta ceremonia, pues ya recibe el nombre de “el león de la tribu de Judá” . Pero todos los presentes son conscientes que antes de ser entronado, asumir su reino y comenzar a reinar, el Señor tiene que pasar todavía por la fase en la que empeña el papel del Sumo Sacerdote celestial. Es por eso que Cristo es presentado en la ceremonia como un Cordero inmolado.
La razón por la cual Dios Padre tiene el libro con los siete sellos en su mano derecha es porque desea entregarle el libro a su Hijo que se sentará a su mano derecha, es decir a su diestra.
Antes de que Cristo abandonase el cielo para venir a la tierra y hacerse hombre, ya estaba sentado a la diestra de Dios.
Pero cuando Jesús retornó al cielo volvió a recuperar en la ceremonia que nos describe  Juan en Apocalipsis capítulo 5, sus atributos divinos que había dejado atrás al venir a la tierra, como también el lugar que le corresponde al lado derecho de su Padre.
 “Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.” Ap. 5.8-12
El pasaje nos muestra además que Cristo, nuestro Sumo Sacerdote celestial, tiene muchos asistentes, como en este caso los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos; tal como los sumos sacerdotes de la antigüedad tenían muchos asistentes que le colaboraban en el servicio antiguo del santuario terrenal.
Este capítulo termina con una hermosa visión de la adoración celestial a Cristo.

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