miércoles, 16 de octubre de 2019

Leyendo... Apocalipsis capítulo 11



LECTURA DIARIA:
Apocalipsis capítulo 11

Es probable que este templo sea un símbolo de la Iglesia (los creyentes verdaderos) porque no habrá un templo en la nueva Jerusalén.

Juan midió el templo para mostrar que Dios está construyendo muros de protección alrededor de su pueblo para salvarlo del daño espiritual, y que hay un lugar reservado para todos los creyentes que permanecen fieles a Dios.
Los que adoran dentro del templo serán protegidos espiritualmente, pero quienes lo hagan afuera se enfrentarán a gran sufrimiento. Esta es una forma de decir que los verdaderos creyentes serán protegidos mientras dure la persecución, pero los que se resisten a creer serán destruidos.
Los dos testigos del versículo 3  muestran una gran semejanza con Moisés y Elías, dos poderosos profetas de Dios. Con el poder de Dios, Moisés hizo caer plagas sobre la nación de Egipto. Elías venció a los profetas de Baal. Ambas personas aparecieron con Cristo en su transfiguración.
En el libro de Apocalipsis, los números suelen ser de carácter simbólico y no tienen un sentido verdadero. Los 42 meses o 1.260 días equivalen a tres años y medio. Como mitad del número perfecto (siete), tres y medio puede indicar incompleto, imperfecto o incluso malo. Los acontecimientos que se predicen para este tiempo: agitación (Daniel 12.7), la ciudad santa es hollada (Daniel 11.2), la mujer se refugia en el desierto (Daniel 12.6) y la bestia inspirada por el demonio ejerce su autoridad (Dan 13.5).
Algunos comentaristas relacionan los tres años y medio con el período de hambruna en los días de Elías. Debido a que Malaquías predijo el regreso de Elías antes del juicio final (Malaquías 4.5) y como que los acontecimientos en Daniel y Apocalipsis preparan el camino para la Segunda Venida, posiblemente Juan estaba haciendo una conexión.
Es posible, naturalmente, que los tres años y medio sean literales. Si es así, claramente reconoceremos cuando tengan lugar. Ya sean simbólicos o literales, sin embargo, indican que el demonio reinará hasta tener un final definitivo.
Al tirano que aparece también se le llama la "bestia" y pudiera referirse a satanás o a un agente de satanás.
Jerusalén, una vez la santa ciudad y capital de Israel, es ahora territorio enemigo. Se le compara con Sodoma y con Egipto, ambas conocidas muy bien por su maldad. En la época en que Juan escribe, Jerusalén había sido destruida por los romanos en 70 d.C., se había exterminado casi un millón de judíos y se habían llevado a Roma los tesoros del templo.
Todo el mundo se regocija con la muerte de los dos testigos, los que causaron dificultades al decir lo que la gente no quería oír: mensajes acerca de su pecado, su necesidad de arrepentimiento y el castigo venidero. 
El toque de la séptima trompeta anuncia la llegada del Rey. Ya no hay retroceso. Los juicios venideros dejan de ser parciales y son completos en su destrucción.
Dios está en control de la situación y da rienda suelta a toda su ira sobre el mundo maligno que se niega a volverse a Él. Cuando comience la ira, no habrá manera de escapar.
En la Biblia, Dios recompensa a su pueblo de acuerdo con lo que merece. A lo largo del Antiguo Testamento, a menudo la obediencia trajo recompensa en esta vida (Deuteronomio 28), pero la obediencia y la recompensa inmediata no siempre están ligadas. Si lo estuvieran, los buenos siempre serían ricos, y el sufrimiento siempre sería señal de pecado. Si fuéramos premiados rápidamente por cada obra fiel, muy pronto llegaríamos a pensar que somos muy buenos. Al poco tiempo nos hallaríamos haciendo obras buenas por razones puramente egoístas.
Nuestra mayor recompensa es vida eterna en su presencia.
En el Antiguo Testamento, el arca del pacto fue el tesoro más preciado de la nación israelita.

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