lunes, 7 de octubre de 2019

Leyendo... Apocalipsis 3 - El mensaje a Laodicea



LECTURA DIARIA:
Apocalipsis 3 - El mensaje a Laodicea

La antigua ciudad de Laodicea, que se encontraba a 70 kilómetros al sur de Filadelfia, era una ciudad próspera. Contaba con tierras fértiles y era un paraíso de los hombres de negocio.
Era una ciudad rica, orgullosa y autosuficiente. Desarrollaba actividades de comercio y había elaborado su propio sistema bancario. Además contaba con su propia moneda. Por lo tanto no necesitaban de ayuda externa.
Laodicea era famosa por su facultad de medicina. Los habitantes de esa ciudad fabricaban un colirio medicinal de exportación con ingredientes locales.
A esta iglesia Jesús se presenta como “el testigo fiel y verdadero”, aquel que conoce fielmente su condición real. Apocalipsis 3.14. Es por eso que Jesucristo le da su diagnóstico desagradable, diciendo: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente…” Apocalipsis 3.15.
Esta séptima y última iglesia representa la fase final del “tiempo del fin”, siendo el último trecho de la historia cristiana antes del retorno de Jesucristo.
El mensaje dirigido a “Laodicea” enseña que toda `riqueza´ de la ciudad es completamente inútil. Su gran problema es la ceguera espiritual que no le permite ver su trágica condición real. Ella no es consciente de su situación desesperada. Jesús dice “no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” Apocalipsis 3.17.
La situación de “Laodicea” realmente es dramática si entendemos correctamente los símbolos bíblicos que presenta su descripción. La `desnudez´ en la palabra de Dios es una representación de no estar justificado. La `ceguera´ en la Biblia es un símbolo de ceguera espiritual, tal como la `pobreza´ representa la pobreza espiritual.
Los laodicenses no pueden ver su real condición y en su estima propia viven auto engañados. Han asimilado las actitudes de la civilización orgullosa y secular humanista que excluye a Dios de sus corazones.
Es significativo comprender que Laodicea tenía literalmente oro (porque era una ciudad rica) como también colirio y vestimentas (porque las fabricaba). Pero toda esta riqueza era tan solo material y superficial.
Jesús insiste en que cambien a los valores espirituales. La iglesia piensa que está bien porque tiene bastante éxito en sus proyectos misioneros, administrativos y eclesiásticos. La iglesia crece y prospera. Todos estos `triunfos´ ocultan el pésimo estado de su situación real.
Además en esta fase final de la Iglesia Cristiana, es decir en “Laodicea”, lo humano usurpó lo divino. La Iglesia institucional reemplazó la ciudad de Dios y el “reino de Dios” ha llegado a ser meramente una construcción humana.
Después del diagnóstico Cristo sigue diciendo: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Apocalipsis 3.15, 16.
Aquí nos encontramos con un símbolo de la condición espiritual de perdición de la Iglesia.
Por causa de su tibieza, Cristo advierte con vomitar a los `laodicenses´ de su boca. Así que la `tibieza´ es un estado de perdición.
“Laodicea” carece de `buenas obras´. Es por eso que Cristo dice “Yo conozco tus obras” y luego procede a desenmascarar su terrible condición desesperada. “Laodicea” está `desnuda´ y necesita adquirir de Cristo las simbólicas “vestiduras blancas”. Apocalipsis 3.17. 18.
Es importante destacar que Cristo dice: “¡Ojalá fueses frío o caliente!” ¡Lo óptimo es ser caliente! ¡Pero es mejor ser frío que tibio!
Tibio, es un estado muy peligroso que lleva a la perdición si no hay cambio. El cristiano carece de celo. Hay falta de fervor en su corazón. No lleva la cruz ni testifica. El problema es que el `laodicense´ en este estado, está satisfecho con su condición. Lo peor es que ¡Ellos piensan que están bien!
Cristo menciona claramente la ignorancia de su propia condición testificando: “no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” Apocalipsis 3.17.
Los `laodicenses´ tibios no han experimentado la justificación. Están “desnudos” y sin Cristo en el corazón. Cristo está afuera tocando la puerta deseando que alguien abra para poder entrar. Apocalipsis 3.20.
Los `laodicenses´ mezclan las cosas de Dios con las cosas del mundo.
Dedican tiempo para Dios y tiempo para cosas malas del mundo.
Piensan poder ser salvos en sus pecados sin tener que abandonarlos.
Hacen cosas buenas y cosas malas. Están solo medio convertidos.
De sus bocas salen oraciones y bendiciones como también maldiciones.
A veces testifican de Jesucristo y otras veces lo niegan.
Comen, visten, escuchan, ven y hablan según las costumbres del mundo.
Los `laodicenses´ necesitan ver que la obediencia hacia los mandamientos de Dios es necesaria.
El Señor les advierte que porque los ama, si no se vuelven de sus malos caminos, Él los va a corregir. La corrección de Dios es siempre para bien de sus hijos.
¡Dios desea que seamos salvos y que tengamos vida eterna! El hace todo para que lo obtengamos. ¡Lo único que el omnipotente Dios NO puede hacer es forzar a sus criaturas en contra de su propia voluntad! ¡La puerta solo podemos abrirla nosotros!

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