jueves, 3 de octubre de 2019

Leyendo... Apocalipsis capítulo 2 – El mensaje a Pérgamo



LECTURA DIARIA:
Apocalipsis capítulo 2 – El mensaje a Pérgamo

La tercera iglesia profética del Apocalipsis es Pérgamo. Estaba ubicada a 48 kilómetros al norte de la ciudad de Esmirna. Pérgamo significa “elevación” o “altura” ya que estaba construida sobre una colina.
Esta ciudad era la más grande de la zona y llegó a ser la capital de la provincia romana de Asia Menor y un importante centro cultural. Albergaba una biblioteca con 200 mil libros. Los “pergaminos” tenían su origen en Pérgamo.
La etapa histórica de esta Iglesia comenzó en el año 313 d.C. cuando la persecución había terminado gracias al edicto de Constantino. 
Una vez que la persecución terminó, comenzaron a introducirse una serie de errores malos a iglesia de “Pérgamo” que sufrió bajo las influencias paganas.
Por varias razones, Jesucristo no pudo haber escogido a una ciudad más idónea para representar este período de la historia de la iglesia Cristiana. Pues aquella gran ciudad de “Pérgamo”, cuyo nombre significaba “altura” o “elevación”, representa perfectamente el espíritu de aquella época cristiana llena de popularidad, prosperidad, comodidad, orgullo, política mundana y apostasía.
Es ésta la única de las siete iglesias a la cual Jesucristo se presenta como aquel “que tiene la espada aguda de dos filos…” y advierte con atacar con ella. Apocalipsis 2.12, 16. Recordemos que ésta espada es un símbolo de “la palabra de Dios”.
Esta simbólica espada es la que juzga y separa la verdad del error. En esta Iglesia iba a comenzar a gran escala la división entre la verdad y el engaño, entre lo correcto y el error, entre la luz y las tinieblas. Esta época de la Iglesia Cristiana sería decisiva y divisoria, entre la sana doctrina y la apostasía.
La iglesia de “Pérgamo” representaba la época, en la que la Iglesia Cristiana se unió con el Estado Romano, bajo los emperadores Constantino en 313 d.C. y Teodosio en 380 d.C., quien hizo del Cristianismo la religión oficial del Imperio Romano, mediante el Edicto de Tesalónica.
Dios condena la unificación de Iglesia (religión) y Estado (política) fuertemente en su palabra y la describe como la “fornicación apocalíptica”.
Lamentablemente la iglesia (la simbólica mujer), que debía ser fiel a Dios (su simbólico marido/esposo), abandonó a Dios al unirse con los poderes temporales, buscando cuidado, protección y sostén en el Imperio Romano.
De esta manera fornicó con “los reyes de la tierra”, la cual hizo de ella una mujer infiel a Dios, una “ramera”, ante los ojos de Dios.
Es por eso que durante la época de Pérgamo estaba en pleno desarrollo el establecimiento del papado del Vaticano, conocido en la Biblia como, el “hombre de pecado”  y el “hijo de perdición” (porque nació como “hijo” de la “fornicación apocalíptica”, es decir de la unificación de Iglesia y Estado, y lleva a “la perdición” a los que confían en sus tradiciones y enseñanzas contrarias a las de las Sagradas Escrituras).
Jesucristo dice acerca de Pérgamo “Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás” Apocalipsis 2.13. Así que satanás tiene un “trono” aquí en la tierra desde el cual gobierna.
Pérgamo era una ciudad pagana muy religiosa llena de idolatría, tal como la antigua capital griega de Atenas que había estado “entregada a la idolatría”. Pérgamo era además la sede del antiguo culto babilónico al sol. Cuando los caldeos fueron derrotados por los Medo-Persas huyeron a Asia Menor donde establecieron su colegio central en la altiva ciudad de Pérgamo.
Por lo tanto Dios escogió la iglesia de “Pérgamo” para utilizarla como símbolo profético de aquella época apóstata en la época la adoración al sol fue introducida en la Cristiandad.
El Cristianismo absorbió muchas costumbres paganas como una esponja.
Cristo elogia en esta Iglesia a los que retienen su nombre y a los que no negaron la fe de Jesús. Es la Iglesia en la que Cristo menciona a su fiel testigo y mártir “Antipas” quién murió durante la época de “Pérgamo”, “donde mora satanás”, es decir en “Roma”. Ap. 2. 13
La causa de queja a esta época de la Iglesia era que ella permitió el establecimiento del sistema anticristiano de satanás. La reprensión a la iglesia de Pérgamo es muy fuerte
Jesucristo se quejó diciendo: “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco.” Apocalipsis 2.14, 15.
Balaam, un personaje malvado que aparece como 60 veces en la Biblia, enseñó a los hijos de Israel “a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación”. De esta manera puso “tropiezo” ante ellos. Fue Balaam quien aconsejó a Balac a seducir a los Israelitas mediante las mujeres de Moab a participar en el paganismo y en la idolatría.
La doctrina aborrecible de “los nicolaítas” era parecida a la doctrina de Balaam que ahora encontramos en “Pérgamo”, pues ellos creyeron que la fe en Cristo libera de la observancia del mandamiento relativo al adulterio.
El gran problema es que ahora “los nicolaítas” están adentro, mientras que en la época de Efeso todavía estaban afuera.
Vemos como la apostasía avanza progresivamente a medida que van pasando las iglesias proféticas. Antes, durante la época apostólica de “Efeso”, eran solo “los nicolaítas” y estaban atacando a la Iglesia Cristiana desde afuera. Pero ahora, en la época de apostasía de “Pérgamo”, están atacando desde adentro.
Durante el periodo de persecución de “Esmirna”, la iglesia se mantuvo bastante pura bajo la persecución y el martirio.
Es más fácil identificar al enemigo mientras que está afuera de las murallas que cuando se ha infiltrado en las cámaras secretas de la ciudad. El paganismo y el error se mezclaron con la verdad y la Iglesia comenzó a descarriarse del camino santo de Jesús.
La gran amonestación: “Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.” Apocalipsis 2.16
Hay dos opciones. Arrepentirse y volver a la sana doctrina verdadera, o no arrepentirse, convertirse en enemigo de Cristo y sufrir las consecuencias de la “pelea”, en la cual Jesús atacará el engaño, la decadencia y los errores con la preciosa verdad de su Palabra.
Hay que entender este lenguaje simbólico. No se trata que Dios mismo vendrá a la tierra y peleará con una espada literal que sale de su boca literal. Sabemos que la “espada de Dios” es su palabra contenida en las Sagradas Escrituras. Hebreos 4.12; Efesios 6.17. El hecho que la espada sale de la boca, significa que es pronunciada mediante palabras, tal como Jesús utilizó en cada tentación en el desierto un pasaje del Antiguo Testamento para refutar los engaños, los errores y las tentaciones de satanás, diciendo cada vez: “Escrito está”.
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.” Apocalipsis 2.17.
En cada época de la cristiandad siempre hubo sinceros hijos de Dios que realmente prestaron atención al mensaje del Espíritu Santo y no hicieron los oídos sordos. Fueron ellos los que haciendo la voluntad de Dios vencieron en el periodo de la historia cristiana que les tocaba vivir.
Los vencedores de esta etapa de “Pérgamo”, cuando la Iglesia se unió al mundo y sus poderes temporales, recibirán finalmente de parte de Dios “del maná escondido” para comer.
Recordemos que Dios hizo “llover pan del cielo” en el desierto a su pueblo hebreo que acabó de salir del paganismo egipcio con su idolatría, su culto al hombre y su adoración al sol. Y ese “pan celestial”, llamado “maná” estaba íntimamente relacionado con la obediencia hacia la ley de Dios.
Así que al ofrecer Jesucristo el “maná” a los vencedores, en el contexto de la época de “Pérgamo”, es un claro llamado a la lealtad de sus siervos hacia los mandamientos de Dios, justamente en la época cuando los diez mandamientos fueron destrozados por Roma que al unirse al Imperio Romano asimiló la veneración de hombres, transgrediendo el primer mandamiento, la idolatría, transgrediendo el segundo mandamiento y el “día del sol” como día de descanso, transgrediendo el cuarto mandamiento.
Aparte del “maná” los vencedores recibirán del Señor Jesús además “una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.” Apocalipsis 2.17.
En esta segunda promesa encontramos una maravillosa señal que Dios quiere dar a cada uno de sus hijos fieles un nuevo comienzo y un nuevo destino.
Hay una antigua costumbre judicial en la cual una piedra blanca significaba salvación. El jurado colocó una piedra blanca en una urna para indultar al prisionero o una piedra negra para condenarlo en el veredicto.
También la costumbre de cambiar un nombre es antigua. Es por eso que la palabra de Dios nos presenta varios ejemplos de personas que recibieron un cambio de nombre como señal de un nuevo comienzo o un nuevo destino.
Las culturas orientales relacionaron el nombre con el carácter, la personalidad o un importante acontecimiento de vida. De esta manera a veces se modificaba o cambiaba el nombre.
El nombre de Dios revela su forma de ser y su personalidad. Su nombre es sinónimo de su carácter. Su “nombre es el Santo”. Isaías 57.15.

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