miércoles, 23 de octubre de 2019

Leyendo... Apocalipsis capítulo 18



LECTURA DIARIA:
Apocalipsis capítulo 18

Este capítulo muestra la destrucción completa de Babilonia, nombre metafórico que emplea Juan para referirse al poder mundial del maligno y todo lo que este representa. Todo lo que trata de impedir los propósitos de Dios llegará a tener un fin violento.

Los comerciantes del Imperio Romano se enriquecieron explotando los placeres pecaminosos de su sociedad. Muchos comerciantes hacen lo mismo hoy. A menudo el comercio y el gobierno se basan en la avaricia, el dinero y el poder. Mucha gente brillante es motivada a sacar ventaja de un sistema maligno para enriquecerse.
+Debemos vivir de acuerdo con los valores que Cristo vivió mediante el servicio, la entrega, la obediencia y la verdad.
El pueblo de Babilonia ha vivido en derroches y deleites. Ella alardeó "Yo estoy sentada como reina[...] no veré llanto". La gente pudiente y poderosa en este mundo es susceptible a esa misma actitud.
Esa actitud desafía a Dios, y es duro el juicio en su contra.
Los que están atados al sistema del mundo lo perderán todo cuando este se derrumbe. Se destruirá en una hora lo que se esforzaron por construir toda la vida. Los que trabajan procurando solo recompensa material no llegarán a tener nada cuando mueran o cuando desaparezcan sus bienes.
Lo único que podemos atesorar  es nuestra fe, nuestro carácter cristiano y nuestra relación con otros creyentes. Eso es más importante que cualquier cantidad de dinero, poder o placer.
Los que controlan varios sectores del sistema económico gemirán con la caída de Babilonia. Los líderes políticos gemirán porque fueron los supervisores de la riqueza de Babilonia y pudieron enriquecerse abundantemente.
Los mercaderes gemirán porque desapareció Babilonia, el mayor cliente de sus productos. Los navegantes ya no hallarán lugar al que llevar sus productos porque los mercaderes no tendrán a quién venderlos. La caída del mundo impío afectará a todo el que disfrutó y dependió de su sistema. Nadie quedará sin ser afectado por la caída de Babilonia.
La lista de mercadería que aparece,  ilustra el materialismo extremo de esta sociedad. Pocos de estos productos son necesarios; mayormente tienen que ver con el lujo. La sociedad se había desenfrenado hasta el punto de que la gente estuvo dispuesta a emplear sus medios impíos para satisfacer sus deseos. Aun la gente se convirtió en producto. Las "almas de hombres", los esclavos, se vendieron a Babilonia.
El pueblo de Dios no debe vivir para el dinero, ya que este no tendrá valor en la eternidad. Debe mantenerse siempre en guardia en contra de la avaricia, un pecado que se halla al acecho.
La gran piedra de molino arrojada al mar por el ángel, es un símbolo que indica la total destrucción de Babilonia.

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