jueves, 10 de enero de 2019

Tiempo... Mateo 3. 13 - 17



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Entonces Jesús llegó de Galilea al Jordán, a donde estaba Juan, para ser bautizado por él.
 Pero Juan trató de impedírselo, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Y respondiendo Jesús, le dijo: Permítelo ahora; porque es conveniente que cumplamos así toda justicia. Entonces Juan se lo permitió. Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y he aquí, los cielos se abrieron, y él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre El.  Y he aquí, se oyó una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido”. (Mateo 3.13-17)

El Señor no permitió que se le rindieran honores, ya que solo tenía un objetivo por cumplir, una meta por delante. Por eso no dudó en humillarse delante de Juan y de toda la multitud.
 El ego necesita continuamente dar buena imagen ante la sociedad, carece de humildad y cae muy a menudo en el ejercicio de la soberbia. Cuán gran ejemplo nos da Jesús en este texto. Ya que la conversión de las almas tenía en aquel momento, y aún hoy tiene mucho mayor valor que la satisfacción del ego de cualquier persona.
Por otro lado hay algo que debemos tener muy en cuenta: al cumplir Jesús con lo que debía, fue Dios quien se preocupó por poner las cosas en su lugar. Su Padre le dió a Jesús el honor que le correspondía.
 En nuestras vidas, cuando tenemos los objetivos claros, también pasa lo mismo. Nosotros hacemos lo que conviene al reino de Dios; y el rey, da honra al que la merece sin ningún reclamo de su parte.
¿Quieres recibir honra de Dios?
Humíllate a ti mismo, toma tu cruz y síguele. Si lo haces experimentarás la gracia de Dios en tu vida.
Jesús dijo: “Bienaventurados los humildes”. Seamos nosotros Bienaventurados de Dios; pongamos la mirada en las cosas que en verdad son trascendentes; que sea Dios quien nos exalte a su debido tiempo.
Dios les bendiga abundantemente.

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