martes, 8 de enero de 2019

Tiempo... Mateo 1. 18 – 25



TIEMPO DE REFLEXIÓN
Mateo 1. 18 – 25

La historia de José y María nos lleva a sorprendernos.
Iba todo tan bien. La relación con José estaba en orden. Ya se estaban por casar. Y de pronto… María no sólo está embarazada sino también en una situación difícil de explicar. Ella podía incluso llegar a perder no sólo a su futuro esposo sino incluso su vida.
Dios sorprende a todos, todo el tiempo. Jamás podemos imaginarnos lo que Dios tiene reservado para nosotros. Especialmente cuando las cosas parecen estar muy mal y que nosotros no podemos imaginar una salida, en esos momentos, es cuando Dios obra con mayor fuerza. Dios hace del barro arcilla, hace del dolor una oportunidad, hace de la muerte una nueva vida, hace de la tristeza una nueva alegría.
¿Cuántas veces hemos pasado por momentos tremendamente difíciles sin poder ver una salida? ¿Cuántas veces la solución apareció de donde menos nos hubiéramos imaginado?
Esta capacidad de estar abiertos a la obra de Dios es una actitud fundamental de la vida cristiana. Sabemos que Dios va caminando con nosotros dos pasos adelante nuestro. Esta fe nos lleva a estar a disposición de Dios todo el tiempo, sobre todas las cosas, en esos momentos en que no entendemos que está pasando porque la situación nos excede totalmente. Esta capacidad de dejarse sorprender por Dios es fundamental.
Hay personas que en situaciones críticas han hecho locuras y barbaridades al dejarse llevar por la desesperación. Han puesto en peligro su vida.
La desesperación es una mala consejera. La Palabra de Dios nos recomienda siempre mantener la calma, tener paciencia, por un lado, pero al mismo tiempo, ser perseverante. No por nada una frase que se repite es: “No tengas miedo”. El miedo nos lleva a creer que estamos solos, que tenemos que resolver nuestros problemas solos, que no tenemos salida, que no podemos hacer nada, que ya no podemos encontrar ninguna solución que, en definitiva, ya está, ya estamos jugados, no hay más nada que hacer.
La experiencia de José y María en el evangelio, nos muestran claramente que al mismo tiempo que nos van cayendo los problemas, Dios, sin que uno se lo pueda imaginar  ya los va usando como tierra para sembrar sobre ellos.
El dolor en la Biblia nunca es en vano. Las situaciones difíciles e incomprensibles para nosotros siempre son una oportunidad de vivir para gloria de Dios.
Cuando vemos todo negro y, especialmente, cuando no vemos ninguna salida, la luz de Dios atraviesa la cualquier situación y trae vida, aun cuando ya no somos capaces de poder imaginar, que las cosas puedan volver a cambiar.
“Tener fe es estar seguro de lo que se espera y estar convencido de lo que no se ve“. (Hebreos 11.1).
Dios les bendiga abundantemente.

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