viernes, 18 de enero de 2019

Leyendo... Mateo capítulo 11



LECTURA DIARIA:
Mateo capítulo 11

Juan fue encarcelado por Herodes, el que se había casado en forma ilegal con su cuñada. Juan criticó en público su pecado.

Al ser encarcelado, Juan tuvo algunas dudas acerca de si Jesús era el Mesías. Si el propósito de Juan era preparar a la gente para la venida del Mesías, y si Jesús lo era en realidad, ¿por qué Juan estaba en prisión, ya que él podía haber seguido predicando a las multitudes y preparando corazones?
Jesús contestó las preguntas de Juan refiriéndose a sus actos de sanidad en favor de ciegos, paralíticos, sordos y leprosos, y a la resurrección de muertos y el anuncio de las buenas nuevas acerca de Dios. Con estas evidencias, la identidad de Jesús quedó aclarada.
Jesús hizo un contraste entre la vida espiritual y física de Juan. De todas las personas, ningún hombre cumplió el propósito de Dios mejor que Juan. Sin embargo, en el reino venidero de Dios todos los presentes tendrán una herencia espiritual mayor que la de Juan porque habrán visto y conocido a Cristo y la obra que consumó en la cruz.
Juan no era Elías resucitado, pero cumplió con su rol profético con firmeza, combatió el pecado y guió a la gente hacia Dios.
Jesús condenó la actitud de su generación. Dijera lo que dijera o hiciera lo que hiciera, siempre tomaban la contraria. Eran cínicos y escépticos porque Jesús condenaba su estilo de vida cómodo, seguro y egocéntrico.
Tiro, Sidón y Sodoma eran ciudades antiguas con mala reputación. Dios las destruyó por su maldad. Los habitantes de Betsaida, Corazín y Capernaum vieron a Jesús en persona y con todo no quisieron arrepentirse de sus pecados ni creer en El. Jesús dijo que si alguna de aquellas famosas ciudades pecadoras lo hubieran visto, se hubieran arrepentido. Por el hecho de que Betsaida, Corazín y Capernaum vieron a Jesús y no creyeron en El, sufrirían un mayor castigo que las ciudades malvadas que no lo vieron.
Jesús menciona dos tipos de personas en su oración: los "sabios", orgullosos de su conocimiento; y los "niños", humildemente receptivos a la verdad de la Palabra de Dios.
En el Antiguo Testamento "saber" significa más que conocer. Implica una relación íntima. La comunión entre Dios Padre y Dios Hijo es fundamental en sus relaciones.
Para que otra persona pueda conocerle, Dios tiene que revelársele a través del Hijo.
Un yugo es un pesado aparejo de madera que se pone sobre dos o más bueyes. Se ata a cualquier cosa que se quiere que los bueyes arrastren. El "yugo pesado" que Jesús menciona aquí puede significar, la carga del pecado, o la carga de las demandas excesivas de los líderes religiosos, o la tiranía de los gobernantes. Jesús libra a las personas de estas cargas. El descanso que Jesús promete es paz con Dios, no el que uno tenga que dejar todo esfuerzo. Una relación con Dios transforma un trabajo cansador y sin sentido en productividad espiritual con propósito.

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