sábado, 19 de enero de 2019

Leyendo... Mateo capítulo 12



LECTURA DIARIA:
Mateo capítulo 12

Los fariseos habían establecido treinta y nueve categorías generales de actividades prohibidas en el día de reposo.
Estaban basadas en interpretaciones de la ley de Dios y en las tradiciones judías. Cosechar era una de esas prohibiciones. Según los líderes religiosos, al arrancar espigas de trigo y sobarlas en sus manos, los discípulos estaban técnicamente cosechando. Jesús y los discípulos habían arrancado las espigas porque tenían hambre no porque quisieran segar el grano con fines de lucro. Jesús y sus discípulos no estaban trabajando en el día de reposo. Los fariseos, sin embargo, no pudieron y no quisieron ver más allá del tecnicismo de las leyes.
La historia a la que refiere Jesús se registra en 1Samuel 21.1-6. Cada semana se reemplazaban los panes de la proposición y los sacerdotes comían los mismos. Los panes que recibió David fueron los que habían sido reemplazados. A pesar de que los sacerdotes eran los únicos que podían comer de esos panes, Dios no castigó a David porque su necesidad era más importante que los tecnicismos legales.
Jesús estaba diciendo: "Si ustedes me condenan, tendrán también que condenar a David", algo que los líderes religiosos no podían hacer sin originar un gran alboroto entre la gente. Jesús no estaba apoyando la desobediencia a las leyes de Dios. Enfatizaba la importancia de tener discernimiento y compasión al aplicar las leyes.
Los Diez Mandamientos prohibían trabajar en el día de reposo (Éxodo 20.8-11). Esa era la letra de la Ley. Pero como el propósito del día de reposo era descansar y adorar a Dios, los sacerdotes podían trabajar para llevar a cabo los sacrificios y conducir los cultos de adoración. Esta "labor sabática" servía y rendía culto a Dios. Jesús siempre enfatizó la intención de la ley. Los fariseos se habían olvidado del espíritu de la ley y en forma rígida demandaban que se obedeciera al pie de la letra su interpretación de la misma. Los fariseos se preocupaban tanto de los rituales religiosos que olvidaban el propósito del templo: llevar la gente a Dios.
Jesús repitió a los fariseos palabras que los judíos habían oído muchas veces. La actitud de nuestro corazón hacia Dios es primero. Sólo así podemos con propiedad obedecer y observar las regulaciones y rituales religiosos.
Cuando Jesús dijo que era "Señor del día de reposo" proclamó ser más importante que la ley y estar por encima de ella. Para los fariseos esto era herejía. No se daban cuenta de que Jesús, el Hijo de Dios, era el creador del día de reposo. El Creador es siempre más grande que la creación; por esta razón Jesús tenía la autoridad de dejar sin efecto sus tradiciones y regulaciones.
Los fariseos pusieron sus leyes por encima de las necesidades humanas. Les preocupaba tanto que Jesús rompiera una de sus reglas que no les importaba la mano seca de este hombre que Jesús había sanado.
Los fariseos planearon la muerte de Jesús porque estaban furiosos. Jesús había desacatado su autoridad. Había puesto al descubierto sus aviesas actitudes delante de la multitud en la sinagoga. Había demostrado que eran más leales a su sistema religioso que a Dios.
 Jesús no quería que las personas que El sanaba lo dieran a conocer a otros porque no quería que la gente acudiera a Él por motivos impropios. Pero las noticias de sus milagros se difundieron, y muchos iban a ver lo que estaba pasando.
La gente esperaba que el Mesías anunciado en las profecías fuera un rey. Esta referencia a la profecía de Isaías 42.1-4 muestra que El sí es rey, pero describe qué clase de rey: calmo, gentil, que brinda justicia a las naciones.
Los fariseos trataban de desacreditarlo apelando a las emociones. Como no querían creer que El fuera Dios, decían que actuaba de acuerdo con satanás. A Jesús no le fue difícil demostrar la necedad de su argumento.
Como hombre, Jesús se había despojado de su capacidad sobrenatural de saberlo todo, pero mostró un conocimiento profundo de la naturaleza humana. Su discernimiento impidió que lo enredaran en sus palabras.
Jesús recuerda que lo que decimos revela lo que hay en nuestro corazón.
Los fariseos pedían otro milagro pero no estaban buscando con sinceridad conocer a Jesús. Jesús sabía que habían visto milagros suficientes para convencerles de que Él era el Mesías. Pero ellos ya habían decidido no creer en El y eso no iba a cambiar con otro milagro.
Jonás fue un profeta que fue enviado a la ciudad asiria de Nínive. Jonás trató de huir de su cometido y terminó alojado tres días en el vientre de un pez gigante. Cuando salió, de mala gana fue a Nínive, predicó el mensaje de Dios y vio a la ciudad arrepentirse. Por contraste, cuando Jesús vino a los suyos, estos no quisieron arrepentirse. Jesús está diciendo con claridad que su resurrección probaría que Él era el Mesías. Tres días después de su muerte, volvería a vivir, así como a Jonás se le dio una nueva oportunidad para vivir después de haber estado tres días en el vientre del pez.
Jesús describe la actitud de Israel y los líderes religiosos en particular. Si uno se limpia la vida pero no la llena de Dios deja espacio suficiente para que entre satanás.

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