martes, 29 de enero de 2019

Tiempo... Mateo 22. 21



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Le dijeron (a Jesús): de César. Y (Jesús) les dijo: dad, pues al César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios”.  Mateo 22. 21


La escena se desarrolla con los fariseos intentando tender una trampa a Jesús y por ello le preguntan del tema en el cual todos parecían estar en contra, los impuestos. Recordemos que el pueblo judío era una nación dentro de un imperio, el romano. Y por ello muchos judíos percibían como injusto el estar pagando tributos excesivos al imperio y más si había corrupción o injusticias. Por esta razón, van a Jesús para ver cómo puede escaparse de esta disyuntiva.
Jesús les responde: dar al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios. Simplemente no había forma de justificarse contra la verdad que les había sido revelada.
Existe en la sociedad un sentimiento generalizado, en el cual, no se quiere ayudar a nadie pues nadie nos ha ayudado primero, y es molesto para todos pagar impuestos pues no se ve ninguna reciprocidad de beneficio al pagarlos. Me parece que este versículo es aplicable el día de hoy para nosotros y los impuestos. Jesús no preguntó si los romanos eran justos o no, tampoco preguntó cuánto les cobraban de impuestos, el 30% o el 10%, lo único que dijo es dar a cada quien lo que le corresponde.
Es lo que Dios nos pide que hagamos, no cuestionemos sobre lo que harán con el dinero o la ayuda, si nos parece justo o injusto, simplemente demos gracias a Dios por lo que tenemos y por lo que podemos dar.
Por otro lado, Jesús termina diciendo, dar a Dios lo que es de Dios.
 ¿Qué le pertenece a Dios?
Cuando habla de dar lo que le corresponde al César, se refiere al dinero y a los bienes materiales que tenemos.  Es muy normal que nos preocupemos porque nunca falte nada a nuestras familias en lo económico o la salud.
La respuesta está ligada a lo que Dios nos pide que hagamos: amar a Dios sobre todas las cosas, amar a nuestro prójimo, no afanarnos por lo que habremos de comer o beber, no hacer tesoros en la tierra, ir y hacer discípulos en todas las naciones, llevar una vida espiritual que dé frutos al ciento por uno. ¡Esto es lo que quiere Dios de cada uno de nosotros!
Dios les bendiga abundantemente.

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