jueves, 17 de enero de 2019

Leyendo... Mateo capítulo 10



LECTURA DIARIA:
Mateo capítulo 10

Jesús llamó a sus discípulos. No los presionó, ni los forzó ni les pidió que fueran voluntarios.

La lista de los doce discípulos de Jesús no nos proporciona muchos detalles. Jesús llamó a personas que estaban de diferentes oficios: pescadores, activistas políticos, recaudadores de impuestos.
Llamó a hombres comunes y a líderes; ricos y pobres; educados y analfabetos.
Jesús pidió a sus discípulos que fueran sólo a los judíos porque El vino primero a los judíos. Dios había elegido a los judíos para que hablaran de El ante el mundo. Y eso es lo que en realidad sucedió: discípulos y apóstoles judíos predicaron las buenas nuevas del Cristo resucitado en todo el Imperio Romano y muy pronto los gentiles se añadieron a la Iglesia. La Biblia enseña con claridad que el mensaje de salvación de Dios es para todos.
Jesús enseñó a sus discípulos un principio que debía guiarlos al salir a predicar: "De gracia recibisteis, dad de gracia".
Jesús dice que los siervos de Dios deben ser objeto de cuidado; los discípulos debían esperar alimentos y amparo a cambio del servicio espiritual que ofrecían.
Cuando los judíos piadosos salían de las ciudades gentiles, con frecuencia se sacudían el polvo de los pies para mostrar su separación de las prácticas gentiles. Si los discípulos se sacudían de los pies el polvo de un pueblo judío, indicaban que se separaban de los judíos que habían rechazado a su Mesías.
Las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas por fuego del cielo a causa de la maldad de sus moradores. Jesús dijo que el castigo de los que rechazan las buenas nuevas sería mayor que el de aquellas ciudades que fueron destruidas sin haber oído ese mensaje.
En su oposición al evangelio, los fariseos serían como lobos rapaces.
La única esperanza de los discípulos sería buscar protección en su Pastor. Más tarde los discípulos experimentarían dificultades, no sólo con los de afuera (gobiernos, tribunales), sino también con los de adentro (amigos, familia).
Permanecer hasta el fin no es la manera de alcanzar la salvación sino la evidencia de que uno se ha entregado de veras a Jesús. La persistencia no es un medio de asegurar nuestra salvación, sino el resultado de una vida rendida al Señor.
Cristo advirtió a sus discípulos que debían evitar el martirio prematuro. Debían irse antes de que la persecución fuera demasiado grande.
Beelzebú es también conocido como la potestad de los aires y príncipe de los demonios. Los fariseos acusaron a Jesús de valerse del poder de Beelzebú para expulsar.
Jesús dice que Dios cuida de los pajarillos y nosotros somos mucho más importantes para Dios que cualquier ave.
Jesús no vino a traer la paz que brilla sobre diferencias profundas sólo por dar armonía superficial. Los conflictos y el desacuerdo se levantarán entre aquellos que escogen seguir a Cristo y aquellos que no lo hacen. Sin embargo, podemos divisar el día cuando todos los conflictos serán resueltos.
Tomar nuestra cruz y seguirle es identificarnos con El públicamente y estar dispuestos a enfrentar por su causa el sufrimiento y la muerte.
Si nos apegamos a esta vida podemos perder lo mejor de Cristo en este mundo y en el venidero. La mejor manera de disfrutar de la vida es perder nuestro deseo por las recompensas terrenales a fin de quedar libre para seguir a Cristo. Al hacerlo, vamos a heredar la vida eterna, y empezaremos de inmediato a experimentar los beneficios de seguirle.
Nuestro amor a Dios será medido por cómo tratamos a los demás. El ejemplo de Jesús en cuanto a dar un vaso de agua a un niño nos ilustra lo que es servir desinteresadamente. Un niño por lo general no puede pagar favores. Dios toma las buenas obras que hacemos o que no hacemos como si se lo hiciéramos a Él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario