miércoles, 30 de enero de 2019

Tiempo... Mateo 23. 3



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Así que ustedes deben obedecerlos y hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo que hacen ellos, porque no practican lo que predican”.  Mateo 23. 3



Jesús les está diciendo a sus discípulos que es necesario que obedezcan a los maestros y fariseos, pero que pongan mucha atención a su forma de comportarse pues una cosa es lo que dicen y otra la que hacen.
Es muy fácil hablar, dar instrucciones y decir esto y aquello, pero qué difícil es cumplir con lo que se predica.
En las instrucciones de Jesús vemos que les dice a sus discípulos sobre la obediencia a las autoridades religiosas en ese momento. A pesar de que Jesús era buscado todos los días por ellos para ser asesinado y no quisieron reconocerlo, Él en cambio, siempre respetó e instruyó a que se respetaran. Debemos respetar a nuestras autoridades tanto espirituales como en el mundo en general.
Muchas personas descartan la obediencia a una u otra persona por el hecho de que les han encontrado alguna falta y con ello ya piensan que no deben obedecer. Jesús nos dejó dicho claramente que una cosa es obedecer y la otra cuestionar a quién se obedece y a quién no dependiendo de lo que veamos o descubramos en aquellos que debemos obedecer.
Esto quiere decir que cuando tú obedecemos a cualquier autoridad, primero, estamos obedeciendo a Dios.
No debemos poner pretextos para obedecer. Si bien, las personas pueden tener faltas, Dios nos dice que obedezcamos y punto. Ahora, es de suma importancia que sepamos distinguir entre la obediencia y la complicidad.
Debemos tener muy claro que cuando algo está en contra de Dios, no debemos participar en ello.
Jesús les dijo a sus discípulos que tuvieran cuidado de los fariseos pues hacían lo opuesto a lo que decían. Pero ¿cuidado de qué? De volverse como ellos, de imitarlos, de juntarse tanto con ellos que comenzaran a hacer lo mismo sin darse cuenta.
Por último, es importante que en nuestra vida exista siempre una coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. No podemos llevar una doble o triple vida. No existe una vida familiar, otra laboral y otra espiritual. Toda la vida es una misma así como nuestro cuerpo es uno mismo.
Comencemos a alinear cada área de nuestra vida que se encuentra desajustada de la Palabra de Dios y comencemos a vivir con coherencia entre lo que creemos, hablamos y predicamos con nuestros hechos.
Dios les bendiga abundantemente.

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