miércoles, 9 de enero de 2019

Leyendo... Mateo capítulo 2



LECTURA DIARIA:
Mateo capítulo 2

Los sabios de oriente, seguramente eran astrólogos que tuvieron una participación prominente en las cortes en muchos países orientales, como consejeros de los reyes.

Su discernimiento se derivaba de observaciones astronómicas sofisticadas combinadas con algo así como “interpretación”, como proveen los horóscopos de nuestros días. Por medio de tales cálculos hechos en el oriente habían concluido que un importante nacimiento real había ocurrido en Palestina, lo que exigió una “visita de Estado”.
El marcado contraste entre estos extranjeros bien motivados y el celo inescrupuloso de Herodes, el rey de los judíos oficialmente, anuncia la respuesta que el judaísmo oficial daría a Jesús.
La cita formal de Miqueas 5.2 muestra cómo el lugar donde nació Jesús le otorga la posición del gobernante por llegar, y la estrella probablemente hace eco de la profecía de Balaam de una “estrella... saldrá de Jacob” (Números 24.17)
Herodes el Grande se sintió muy mortificado cuando los magos preguntaron acerca del rey recién nacido porque Herodes no era el heredero al trono de David, y muchos judíos lo odiaban por usurpador. Herodes era cruel y, al tener muchos enemigos, vivía temiendo que alguno intentara derrocarlo.  
Herodes no quería que los judíos, gente religiosa, se unieran alrededor de una figura religiosa.
Las noticias de los visitantes inquietaron a Herodes porque él sabía que los judíos esperaban la pronta venida del Mesías.
La mayoría de los judíos esperaban que el Mesías fuera un gran militar y un libertador político, como Alejandro el Grande.
Herodes no quiso correr ningún riesgo y ordenó la muerte de todos los bebés en Belén.
Muchos líderes religiosos creían en el cumplimiento literal de todas las profecías del Antiguo Testamento, por lo tanto creían que el Mesías nacería en Belén. Irónicamente, cuando Jesús nació, estos mismos líderes religiosos vinieron a ser sus más grandes enemigos. Cuando el Mesías, a quien estaban esperando, finalmente vino, no lo reconocieron.
Los sabios de oriente le dieron regalos caros a Jesús porque eran presentes valiosos para el futuro rey.
En los regalos, vemos símbolos de la identidad de Cristo y lo que Él podría lograr.
El oro era un regalo digno de un rey; el incienso, un regalo para una divinidad; la mirra, una especie para un hombre mortal, que iba a morir.
Le ofrecieron presentes y adoraron a Jesús por lo que Él era.
Aquí aparece el segundo sueño o visión que José recibió de Dios. Su primer sueño reveló que el hijo de María sería el Mesías (1.20, 21). Su segundo sueño le anunció cómo debería proteger la vida del  niño. A pesar de que José no era su padre natural, era su padre legal y tenía la responsabilidad de protegerlo y buscar su bienestar.
Ir a Egipto no era extraño porque allí había colonias judías en las ciudades principales.
Dios trajo de regreso a Jesús. Ambos hechos muestran a Dios en acción para salvar a su pueblo.
Herodes, rey de los judíos, dio muerte a todos los niños menores de dos años, con la idea obsesiva de matar a Jesús, el rey recién nacido. Se manchó las manos con sangre, pero no logró dañar a Jesús. Herodes temía que aquel rey recién nacido algún día lo destronara. No comprendía la razón de la venida de Cristo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario