jueves, 31 de enero de 2019

Tiempo... Mateo 24. 12



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Habrá tanta maldad que el amor de muchos se enfriará”.  Mateo 24. 12



Jesús está hablando a sus discípulos y dando algunas señales que vendrán antes de su segunda venida.
Tristemente no es muy alentador lo que vemos en la sociedad actualidad. En la televisión vemos programas de adolescentes teniendo relaciones sexuales para ser populares, aceptando la homosexualidad o lesbianismo como algo bueno, pensando que los padres son un estorbo para hacer lo que ellos quieren, utilizando drogas como medio de escape o diversión, atravesando problemas de anorexia y bulimia al igual que un resfriado o dolor de cabeza. Los programas para niños pequeños, enseñan que la familia tiene varias formas de ser: con un solo padre o una sola madre, con un padre y su esposa o con una madre y su esposa.
Debemos estar atentos ante la transformación que ha tenido la sociedad y cómo reaccionamos ante ello.
Las estadísticas sobre los principales problemas que atravesaban los niños en las escuelas, nos hablan que van en aumento, el mal trato en general en las escuelas,  empujar a los compañeros, decir groserías, abusos de todo tipo. Sumado a los problemas de hoy en día: abortos, consumo de drogas, armas, entre otros. Jesús dijo: “Habrá tanta maldad que el amor de muchos se enfriará”.
A pesar del ambiente que nos rodea, debemos poner atención y ser conscientes de la  influencia que tenemos en él.
¿Estamos promoviendo que el amor crezca y se fortalezca o estamos dejando que la maldad aumente y el amor se enfríe?
En nuestro círculo más cercano, familiares y amigos, ¿qué testimonio estamos dando? ¿Somos de los que se ríen con bromas sobre malintencionadas o de doble sentido, aceptamos que se burlen o critiquen a los demás, pensamos que es normal que las familias se estén desintegrando como ahora, aceptamos que los niños estén viendo como normal todo lo anteriormente mencionado?
Todos tenemos parte en el medio que nos rodea y podemos influir para que la Palabra de Dios sea manifestada y podamos vivir diferente.
No permitamos que la maldad abunde y opaque el amor de los hijos de Dios. Cuidemos nuestros ojos de lo que ven, cuidemos nuestros oídos de lo que oyen, cuidemos nuestra boca de lo que dice y sobre todo cuidemos nuestro corazón de la maldad que hay en el mundo cubriéndola con la única protección efectiva: la Palabra de Dios.
Dios les bendiga abundantemente.

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