jueves, 24 de enero de 2019

Leyendo... Mateo capitulo 17



LECTURA DIARIA:
Mateo capitulo 17

La transfiguración fue una revelación especial de la divinidad de Jesús a tres de los discípulos y una ratificación divina de Dios de todo lo que Jesús había realizado y estaba por realizar.
Moisés y Elías fueron dos de los más grandes profetas en el Antiguo Testamento. Moisés representa la Ley. Escribió el Pentateuco y predijo la venida de un gran profeta. Elías representa a los profetas que anunciaron la venida del Mesías. La presencia de ambos con Jesús confirma su misión mesiánica: cumplir la ley de Dios y las palabras de los profetas de Dios. De igual forma como la voz de Dios en las nubes sobre el monte Sinaí dieron autoridad a la ley, la voz de Dios en la transfiguración dio autoridad a las palabras de Jesús.
Pedro quiso construir tres refugios para que aquellos tres hombres sobresalientes se quedaran. Sin embargo, no era hora de actuar, sino de alabar y adorar. Pedro quería prologar el momento, pero debía aprender y avanzar. Había percibido a Cristo como igual a los demás, pero Cristo es infinitamente mayor y uno no puede igualarlo con nadie.
Jesús es más que un simple líder famoso, más que un buen ejemplo, una buena influencia o un gran profeta. Él es nada menos que el Hijo de Dios. Jesús dijo a Pedro, Santiago y Juan que no debían contar lo que vieron hasta después de su resurrección, porque sabía que no lo habían comprendido totalmente y en consecuencia no lo podrían explicar.
Sus preguntas  indican que no habían comprendido. Sabían que era el Mesías, pero tenían mucho más que aprender acerca del significado de su muerte y resurrección.
Basado en Malaquías 4.5-6 los maestros de la ley del Antiguo Testamento creían que Elías debía aparecer antes que el Mesías. Jesús se refería a Juan el Bautista, no a Elías el profeta del Antiguo Testamento. Juan el Bautista, asumiendo el rol profético de Elías, confrontó en forma audaz el pecado y condujo a la gente hacia Dios. Malaquías mucho antes había profetizado que un profeta similar a Elías vendría.
A los discípulos se les había dado autoridad para sanar, pero no habían aprendido aún cómo apropiarse del poder de Dios. La frustración de Jesús estaba dirigida a la generación incrédula e indiferente. Sus discípulos, en esta instancia, eran un mero reflejo de esa actitud. El propósito de Jesús no fue criticar a los discípulos sino estimularlos a que ejercieran la fe.
Los discípulos fueron incapaces de echar fuera a un demonio, y por eso le pidieron a Jesús una explicación. Este se refirió a su falta de fe.
Jesús no condenó a los discípulos por su falta de fe, sino que les mostró cuán importante sería la fe en su ministerio futuro.
Una vez más Jesús predijo su muerte, pero aún más importante, fue que se hablara de su resurrección. Desafortunadamente, los discípulos sólo oyeron la primera parte de las palabras de Jesús y llegaron a desalentarse. No entendieron por qué Jesús quiso volver a Jerusalén, al centro del conflicto. Los discípulos no entendieron totalmente el propósito de la muerte y resurrección de Jesús hasta el Pentecostés (Hechos 2).
Los discípulos no entendían por qué Jesús seguía refiriéndose a su muerte, si ellos esperaban que El estableciera un reino político. La muerte del Señor terminaría con sus esperanzas. No sospechaban que la muerte y resurrección de Jesús haría posible su Reino.
Todos los varones judíos tenían que pagar un impuesto al templo para cubrir los gastos de mantenimiento.
Como de costumbre, Pedro contestó una pregunta sin saber de veras la respuesta, poniendo a Jesús y a los discípulos en una situación incómoda. Jesús usó esta experiencia, sin embargo, para enfatizar su rol soberano. Así como los reyes no pagan impuestos ni cobran impuestos de sus familias, Jesús, el Rey, no debía nada. Pero Jesús proveyó para el pago de los impuestos en favor suyo y de Pedro para no ofender a los que no entendían su reino. Cristo le mostró dónde obtener el dinero, pero Pedro tuvo que ir a buscarlo. Como pueblo de Dios, somos extranjeros en la tierra porque nuestra fidelidad es siempre a nuestro Rey soberano: Jesús. Sin embargo, tenemos que cooperar con las autoridades y la ciudadanía responsable. Un embajador al estar en otro país respeta las leyes locales a fin de representar bien al que lo envió. Somos embajadores de Cristo (2Corintios 5.20)

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