domingo, 20 de enero de 2019

Tiempo... Mateo 13. 47 - 50



TIEMPO DE REFLEXIÓN

 “El reino de los cielos también es semejante a una red barredera que se echó en el mar, y recogió peces de toda clase; y cuando se llenó, la sacaron a la playa; y se sentaron y recogieron los peces buenos en canastas, pero echaron fuera los malos.
 Así será en el fin del mundo; los ángeles saldrán, y sacarán a los malos de entre los justos, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes”.  
Mateo 13. 47 – 50

Los que oyeron a Jesús cuando contó esta parábola estaban muy familiarizados con el hecho de poner redes grandes, y por supuesto que algunos de ellos eran pescadores, atrapan peces de todas las variedades, mientras el agua, abundando en peces, pasaba libremente a través de ella.
Ellos sabían lo que era arrastrar una red de ese tipo hasta la orilla, sentarse luego en la playa y seleccionar los peces. Los peces comestibles y los vendibles eran echados en baldes o barriles, los demás eran descartados pues para nada servían.
Así también el evangelio de la salvación provista por Dios por medio de la fe en Cristo está constantemente “pescando” hombres.
Dios actúa sin ningún tipo de discriminación, despliega su acción con todos. Por eso, al igual que lanza su semilla en todo tipo de terreno, lanza la red al mar, donde hay todo tipo de peces. A Él lo que le interesa es que su amor llegue a todos.
Pero  el estar en la red, no significa que ya pertenezcamos al Reino de los cielos, es decir, que ya seamos uno de los de Jesús, pues en la red hay de todo, peces buenos y peces malos. Y, al igual que en la parábola de la cizaña, llegará un momento, el día del juicio, en el que el Señor separará los peces buenos de los malos.
Dios, a través de su mensaje, nos brinda vida y esperanza, pero su Palabra es clara y requiere de nosotros obediencia.
La decisión de seguir a Jesús implica permanencia en Él, y no en un lugar o en un grupo.
Permanecer en Cristo, es un cambio de vida,  lo que cuenta no son las palabras o las etiquetas que llevemos puestas (soy cristiano), sino los hechos, el vivir de acuerdo a las enseñanzas de Jesús. No es cuestión de cumplir un código ético, sino de vivir el evangelio que, obviamente, tiene consecuencias éticas.
Por tanto, lo que Mateo nos dice es que no basta con que nos digamos cristianos (estar en la red), sino que lo importante es ser de los peces buenos, no porque seamos mejores que los demás, sino porque intentamos seguir a Jesús.
Cada momento en nuestra vida tenemos la oportunidad de elegir entre lo bueno y lo malo, entre el bien y el pecado.
Cristo quiere que nos demos cuenta de esta realidad y que valoremos el gran premio para la eternidad.
La prioridad de los cristianos no es vivir vidas cómodas o vidas felices, la prioridad de los cristianos es vivir vidas santas, ser como Cristo en otras palabras, y la gran mayoría de las veces cumplir este propósito duele a la carne pero trae beneficio eterno.
Dios les bendiga abundantemente.

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