viernes, 11 de enero de 2019

Leyendo... Mateo capítulo 4



LECTURA DIARIA:
Mateo capítulo 4

Jesús era realmente el Hijo de Dios, capaz de superar a satanás y sus tentaciones.
Satanás tentó a Eva en el jardín, y aquí tienta a Jesús en el desierto. Satanás es un ángel caído. Existe de veras, no es simbólico, y constantemente está luchando en contra de los que obedecen y siguen a Dios. Las tentaciones de satanás son reales.
Jesús un día va a reinar sobre toda la creación, pero satanás quería que Jesús se proclamara rey prematuramente. Si Jesús lo hacía, su misión en la tierra, morir por nuestros pecados y darnos la oportunidad de tener vida eterna, se arruinaba.
La tentación de satanás sirvió para mostrarnos que Jesús era humano y proporcionó a Jesús la oportunidad de reafirmar el plan de Dios para su ministerio. La tentación de Jesús fue importante porque demuestra su ausencia de pecado. Fue tentado y no cedió a la tentación.
Jesús fue tentado en el desierto; estaba cansado, solitario y hambriento, y por lo tanto muy vulnerable.
Las tentaciones de satanás se enfocan en tres cosas: (1) deseos físicos, (2) posesiones y poder, y (3) orgullo. Pero Jesús no cedió. Hebreos 4.15-16 dice que Jesús fue tentado como nosotros lo somos, pero que El no cedió ni una vez y no pecó.
Jesús estaba hambriento y débil luego de un ayuno de cuarenta días, pero optó por no usar su poder divino para satisfacer la necesidad natural de alimento. Los alimentos, el hambre y los deseos de comer son buenos, pero el momento no lo era. Había decidido poner a un lado el uso ilimitado e independiente de su poder divino a fin de experimentar su humanidad en plenitud.
Jesús fue capaz de resistir todas las tentaciones de satanás porque no solamente conocía las Escrituras, sino que las obedecía, como en este caso en la segunda tentación.
El templo era el centro religioso de la nación y el lugar donde los judíos esperaban la llegada del Mesías. El templo era el edificio más alto de la región, y el pináculo del templo era probablemente la pared que sobresalía del lado de la colina, desde donde se podía ver el valle. Desde este lugar, Jesús podía ver a Jerusalén y varios kilómetros a la redonda.
La tercera tentación que le presentó a Jesús fue la de mostrar al mundo que él ya era su gobernante, sin tener que ejecutar el plan de salvación. El diablo estuvo tratando de distorsionar la perspectiva de Jesús buscando que su atención estuviera puesta en el poder del mundo y no en los planes de Dios. Satanás le ofreció a Jesús el mundo entero si se ponía de rodillas y le adoraba.
Pero Jesús, una vez más, le respondió obedeciendo a Dios dispuesto a hacer Su voluntad.
Los ángeles tienen un papel significativo como mensajeros de Dios y en este caso ayudantes de Jesús.
Jesús se trasladó de Nazaret, donde vivía, a Capernaum, unos 32 km al norte. En Capernaum llegó a estar su centro de operaciones durante su ministerio en Galilea.
El traslado de Jesús cumplía la profecía de Isaías 9.1-2 que señalaba que Jesús, el Mesías, sería luz a la tierra de Zabulón y Neftalí, la región de Galilea en la que Capernaum estaba localizada.
El mar de Galilea es en realidad un lago grande. Unos treinta pueblos de pescadores lo rodeaban en los días de Jesús, y Capernaum era el mayor. Jesús dijo a Pedro y a Andrés que debían dejar su pesquería para convertirse en "pescadores de hombres" y ayudar a la gente a hallar a Dios. Jesús les invitaba a que dejaran un negocio productivo para ser espiritualmente productivos.
Cuando Jesús los llamó, ellos sabían qué clase de hombre era y estaban dispuestos a seguirle.
Santiago y su hermano, Juan, así como Pedro y Andrés, fueron los primeros discípulos que Jesús llamó para que trabajaran con El. Al llamarlos Jesús, se levantaron y dejaron inmediatamente sus tareas. No respondieron con excusas. Respondieron de inmediato y le siguieron.
Jesús predicaba, enseñaba y sanaba. Estos fueron los tres aspectos más sobresalientes de su ministerio. Al enseñar mostraba su interés de que entendieran; al predicar mostraba su interés en una entrega, y al sanar mostraba su interés en la persona total. Sus milagros de sanidad autenticaban sus enseñanzas y su predicación, y demostraban que de veras venía de Dios.

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