sábado, 19 de enero de 2019

Tiempo... Mateo 12. 35



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas.” Mateo 12.35


Cada uno de nosotros somos vasos de barro con un tesoro adentro, en ese buen depósito está acumulando todas las cosas divinas y espirituales que el Señor tiene para manifestar en esta tierra. 
Ahí adentro es donde tenemos conexión con Dios y Dios con cada uno de nosotros.
Todo nuestro ser espíritu, alma y cuerpo es tremendamente bendecido porque lo que recibe en el corazón lo distribuye en el alma, en el cuerpo y lo manifiesta en la familia y en bendiciones en todas las áreas de la vida.
Es importante guardar en el corazón las cosas buenas de Dios, porque la gente puede tener opinión diferente de lo que es ser bueno y acerca de lo que es un buen tesoro. Pero nosotros entendemos por la Palabra de Dios lo que dice la Escritura que  somos nacidos de nuevo y templo del Espíritu Santo hemos sido elegidos por Dios no sólo para ser bendecidos en esta tierra sino para ser de bendición a dondequiera que vayamos
¿Cómo saca el buen tesoro que está dentro de nosotros? 
Creciendo cada día, madurando espiritualmente. Permitiendo que el Señor trabaje en nuestro corazón, sacando lo que no corresponda y desarrollando el potencial al máximo que Él puso en nosotros para poder cumplir el propósito de Dios en esta tierra. De esa manera seremos felices, haciendo felices a otros, prosperaremos y veremos la victoria.
En todo lugar donde vayamos saquemos las cosas buenas del buen tesoro.  Siempre nos vamos a ir encontrando con situaciones o con circunstancias. Y es cierto que a veces actuamos sobre situaciones de la misma manera que vino la situación, pero tenemos que actuar en otro nivel. No tenemos que actuar como vienen las cosas,  tenemos que actuar como Dios viene a tratar en nuestra vida para que tratemos a los demás.
Tenemos que sentirnos utilizados por Dios para despertar lo bueno que hay sembrado en nuestro corazón y ayudar a los demás a despertarlo para que florezca y comience a dar fruto para la gloria de Dios.
Dios les bendiga abundantemente.

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