TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Hermanos,
no digo que yo mismo ya lo haya alcanzado; lo que sí hago es olvidarme de lo
que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar
a la meta y ganar el premio celestial que Dios nos llama a recibir por medio de
Cristo Jesús”. Filipenses 3. 13 – 14
La
visión de la vida muchas veces se nos pone difusa.
Nos
desenfocamos. Se nos nubla la vista y no vemos con claridad lo que Dios
quiere. Peleamos y buscamos cosas que en realidad no son importantes.
Perdemos
el foco cuando no miramos las cosas como Dios las ve, al hacer que lo terrenal
y pasajero sea mucho más relevante que lo eterno.
Se
nos nubla la vista cuando nos quedamos estancados en la falta de perdón.
Cuando queremos resolver las cosas con nuestras fuerzas. O cuando
creemos haber alcanzado algún nivel de perfección.
“Una
cosa hago”, dijo Pablo.
Él
sabía que la única forma de recuperar la visión nítida y enfocada de la vida
era mirando hacia adelante, para cumplir con el supremo llamamiento que Dios le
había dado en Cristo.
Recuperamos
el foco de la vida cuando hacemos “una sola cosa”. ¡No muchas!
Recuperamos
el foco de la vida cuando nos extendemos para alcanzar los que está adelante.
No tenemos control de lo que pasó, pero si podemos aprender de Él para
mejorar mañana.
Recuperamos
el foco de la vida cuando proseguimos a la meta. La tenacidad debe
caracterizarnos.
“El
agua, no perfora la roca por su fuerza, sino por la tenacidad de gotear, gotear
y gotear”.
Hagamos
una sola cosa: “no vivamos anclados al pasado; olvidemos lo que queda atrás y
entendámonos hacia adelante para alcanzar el cumplimiento del supremo
llamamiento que Dios tiene en Cristo Jesús”.
Vamos
hacia adelante, en Cristo somos más que vencedores.
Dios
les bendiga abundantemente.
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