TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Por
lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza. Revestíos con
toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del
diablo.
Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las
huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales.”
Efesios
6. 10 – 12
Las
guerras han existido desde el principio de las civilizaciones tal y como las
conocemos, incluso desde antes que Israel fuese hecha una nación ya encontramos
historias de guerras entre naciones. Como se producen y lo que ocurre en las
guerras ha cambiado mucho a lo largo de la historia. Pero hay algo que nunca
cambiará, quizá sea diferente en su aspecto o en su forma, quizá cambie la
manera en que batalla, pero nunca desaparecerán los soldados, siempre estarán
preparados.
Hoy
en día hay una guerra que está en curso a la cuales, nosotros, los que somos
hijos de Dios hemos sido llamados a sus filas, una batalla para la cual debemos
estudiar a nuestro enemigo y prepararnos para luchar. “Por lo demás,
fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza. Revestíos con toda la
armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo.
Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las
huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales.” Sí, existe
una guerra espiritual, una guerra entre la luz y las tinieblas, entre Dios y satanás
y nosotros somos parte de ella.
Y
sobre este tema se han escrito libros, sobre guerras espirituales, sobre como
reprender, como echar fuera demonios, libros que la gran mayoría de ellos
hablarán de formas y maneras de hacer las cosas, pero lo básico para una guerra
espiritual es prepararse y saber cuál es nuestra posición. La única función que
nosotros tenemos como hijos de Dios es la de fortalecernos en el Señor y en el
poder de su fuerza y revestirnos con la armadura que Dios nos ofrece para estar
firmes, y aquí se acaba. Ningún cristiano podrá vencer a satanás por sus medios
o sus palabras. El enemigo es fuerte y experto, lleva muchos años peleando y
conoce todas las estrategias. Sería algo estúpido que un niño pensase que puede
vencer a un soldado experimentado.
Lo
que debemos hacer es prepararnos para la defensa, estar firmes y permanecer a
los ataques del enemigo, pelear en el nombre de quien ha vencido, en el nombre
de Jesús, la victoria es de nuestro Señor, no nuestra, nuestro poder es
limitado, únicamente debemos defendernos, Jesús es quien tiene la victoria, Él
es el vencedor.
La
batalla espiritual es cierta, pero no somos nosotros quienes debemos ganarla,
es Jesús el que va delante, Él enviará a sus ángeles, nosotros mientras tanto
fortalezcámonos en Él, que no seamos el punto débil por donde la defensa
flaquea, alimentémonos de su Palabra, imitemos sus pasos conociéndole en
oración. La guerra será dura, pero el vencedor está con nosotros.
Dios
les bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario