LECTURA
DIARIA:
Filipenses
capítulo 4
La
forma de permanecer firmes es poner nuestros ojos en Cristo, recordar que este
mundo no es nuestro hogar, y que Cristo tiene todas las cosas bajo control.
Pablo
no advierte a los filipenses de errores doctrinales, pero enfatiza algunos
problemas de relación. Estas dos mujeres habían trabajado por Cristo en la
iglesia. Su relación rota no era un asunto sin importancia, porque muchas
personas habían llegado a ser creyentes a través de sus esfuerzos. Es posible
creer en Cristo, trabajar con fervor para su reino, y mantener relaciones rotas
con otros que están abocados a la misma causa. Pero no es excusa para
permanecer sin reconciliarse.
Aquellos
"cuyos nombres están en el libro de la vida", son todos los que han
sido sellados para salvación por medio de su fe en Cristo.
Pablo
le dice a la iglesia de Filipos que se regocijen, aunque él estaba pasando
circunstancias difíciles ya que estaba preso.
Esto nos enseña una lección importante, la actitud interior no necesita
reflejar nuestras circunstancias externas. Pablo estaba lleno de gozo porque
sabía que pese a lo que le sucediera, Cristo estaba con él.
Pablo
insta a los filipenses a regocijarse varias veces en esta carta.
Tenemos
que ser amables (razonables, amplios y caritativos) con los que no pertenecen a
la iglesia y no solo con los creyentes. Esto significa que no buscamos revancha
contra aquellos que nos tratan injustamente, tampoco debemos expresar demasiado
nuestros derechos personales.
Pablo
aconseja no estar preocupados por nada, sino cambiar nuestras preocupaciones en
oraciones.
La
paz de Dios es diferente a la paz del mundo. La paz verdadera no se encuentra
en el pensamiento positivo, en la ausencia de conflictos o en buenos
sentimientos. Ella es producto de saber que Dios controla cualquier situación
que podamos vivir.
Nuestra
ciudadanía en el reino de Cristo está asegurada, nuestro destino está
determinado y podemos tener victoria sobre el pecado.
Lo
que dejamos entrar en nuestras mentes determina lo que expresamos con las
palabras y acciones. Pablo nos dice que llenemos nuestras mentes con
pensamientos verdaderos, honesto, justos, puros, amables, de buen nombre,
virtud, dignidad y alabanza.
No
es suficiente escuchar o leer la Palabra de Dios, ni incluso conocerla bien.
Debemos también ponerla en práctica.
En
1Corintios 9.11-18, Pablo dice que no aceptó las ofrendas de la iglesia en
Corinto porque no quiso ser acusado de predicar solo por el dinero. Pero
mantuvo que la iglesia tiene la responsabilidad de sostener a los ministros de
Dios (1Corintios 9.14). Aceptó la ofrenda de los filipenses porque se la dieron
voluntariamente y porque la necesitaba.
Pablo
sabía estar contento, así estuviera en abundancia o padeciera necesidad. El
secreto radicaba en el poder de Cristo para fortalecerlo.
Pablo
estaba contento porque pudo ver la vida desde la perspectiva de Dios. Se
concentró en lo que se suponía que debía hacer, no en lo que sintió que debía
tener. Tenía sus prioridades definidas y estaba agradecido por cada cosa que
Dios le había dado. Pablo se había despegado de las cosas no esenciales a fin
de poder concentrarse en lo eterno.
El
poder que recibimos en nuestra unión con Cristo es suficiente para hacer su
voluntad y enfrentar los desafíos que surgen al comprometernos en realizarla.
En la medida que contendamos por la fe, enfrentaremos problemas, presiones y
pruebas.
Los
filipenses participaron en el sostén económico de Pablo mientras estuvo en
prisión. No era la ofrenda de los filipenses, sino su espíritu de amor y
devoción lo que más apreció Pablo.
Podemos
confiar en que Dios suplirá siempre nuestras necesidades. Él nos proveerá todo
lo que necesitemos en esta tierra, aun el valor para enfrentar la muerte como
lo hizo Pablo. El proveerá todo cuanto necesitemos en el cielo.
Pablo
envió saludos de estos cristianos a los creyentes en Filipos. El evangelio se
había difundido en todos los estratos de la sociedad, uniendo gente que no
tenía otro vínculo más que Cristo. Los cristianos romanos y filipenses eran
hermanos gracias a la unidad en Cristo.
En
muchas formas la iglesia en Filipos fue un modelo de congregación. Estaba
compuesta por diferentes clases de personas que iban aprendiendo a trabajar
juntas. Pero Pablo reconoció que los problemas podrían presentarse, de manera
que en su carta de agradecimiento, los preparó para las dificultades que
pudieran surgir dentro del cuerpo de creyentes. Aun en su condición de
prisionero en Roma, Pablo aprendió el verdadero secreto del gozo y la paz:
imitar a Cristo y servir a otros.
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