LECTURA
DIARIA:
Filipenses
capítulo 3
El
apóstol Pablo hace una revisión de lo básico con estos creyentes para
afirmarlos en la doctrina de la fe.
Se
refiere a estos "perros" y "malos obreros" a los que eran
como los judaizantes cristianos judíos, que creían erróneamente que era
esencial para los gentiles cumplir con todas las leyes judías del Antiguo
Testamento, especialmente lo relacionado con el rito de la circuncisión, para
poder obtener la salvación. Muchos judaizantes estaban motivados por el orgullo
espiritual. Como habían invertido mucho tiempo y esfuerzo en cumplir sus leyes,
no podían aceptar que todos sus esfuerzos no les ayudaban a acercarse, ni un
paso, a la salvación. Pablo los criticó porque miraban el cristianismo al
revés, pensando que lo que ellos hacían los hacía más creyentes que el regalo
de gracia dado por Cristo. Lo que los creyentes hacen es el resultado de la fe,
no un prerrequisito para la fe. Esto fue confirmado por los líderes de la
iglesia primitiva en el concilio de Jerusalén once años antes (Hechos 15).
Es
fácil enfatizar más en los esfuerzos religiosos ("confianza en la
carne") que en la fe interna, pero Dios da valor a la actitud de nuestros
corazones por encima de todo.
A primera
vista, parece que Pablo alardeaba con sus logros. Pero es todo lo contrario,
muestra que los logros humanos, pese a lo significativos que sean, no permiten
obtener la salvación personal y la vida eterna con Dios. Pablo tenía cartas de
presentación impresionantes: formación, nacionalidad, trasfondo familiar,
herencia, ortodoxia, actividad y moralidad. Sin embargo, su conversión a la fe
en Cristo (Hechos 9), no se basó en sus credenciales, sino en la gracia de
Dios. Pablo no dependía de sus obras para agradar a Dios, porque aun las
credenciales más impresionantes no son suficientes ante las normas de un Dios
santo. Pablo pertenecía a la tribu de Benjamín, también era fariseo.
Pero
cuando Pablo habló de su "ganancia", la desestimó porque nada era tan
importante como su relación con Cristo.
Ni
guardar la ley, ni el mejoramiento personal, la disciplina ni ninguna cantidad
de esfuerzos religiosos Pablo entregó todo, familia, amistades y libertad, a
fin de conocer a Cristo y el poder que lo resucitó.
Así como
la resurrección de Cristo nos da el poder de Cristo para vivir para Él, su
crucifixión señala la muerte de nuestra vieja naturaleza pecadora. No podemos
conocer la victoria de la resurrección sin usar personalmente la crucifixión.
Así como Cristo fue exaltado después de su resurrección, un día compartiremos
la gloria de El. Pablo sabía que podría morir pronto, pero tenía fe en que
resucitaría a la vida otra vez.
Pablo
dice que su meta era conocer a Cristo, ser como El, y ser todo lo que Cristo
pensaba en cuanto a él.
Pablo
desafió a los filipenses a buscar la semejanza a Cristo, invitándolos a que
siguieran su ejemplo. Quiso darles a entender que así como su vida estaba
centrada en Cristo, la de ellos también debería estarlo.
Pablo
criticó no solo a los judaizantes, sino también a los cristianos que afirman
ser cristianos pero no viven de acuerdo al modelo de Cristo. Satisfacen sus
propios deseos, aun pensando en las necesidades de otros. La libertad en Cristo
no significa libertad para ser egoísta. Significa oportunidad para servir y
llegar a ser la mejor persona que usted puede ser.
El
cuerpo que recibiremos cuando resucitemos será similar al cuerpo resucitado de
Cristo. Aquellos que lucharon contra el dolor, las limitaciones físicas o la
incapacidad pueden tener una maravillosa esperanza en la resurrección.
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