LECTURA
DIARIA:
Filipenses
capítulo 1
El
apóstol Pablo saluda a los creyentes de filipos y a los obispos y diáconos que conducían
la iglesia. Los santos se refieren a todos aquellos que creen en Cristo. Pablo
usó la palabra gozo en su carta.
Los filipenses eran recordados con gozo y
agradecimiento cuando Pablo oraba. Al ayudar a Pablo estaban apoyando la causa
de Cristo. Los filipenses estaban dispuestos a ser usados en cualquier tarea
que El tuviera reservada para ellos.
Los
filipenses oyeron el evangelio unos diez años antes, cuando Pablo y sus
compañeros visitaron Filipos durante el segundo viaje misionero de Pablo y
fundaron la iglesia allí.
Cuando
Pablo habló de la comunión en el evangelio de los filipenses, estaba señalando
su invalorable contribución a difundir el mensaje de Dios. Contribuyeron en
forma práctica cuando Pablo estuvo en Filipos y a través de un sostén económico
cuando estuvo en prisión.
Dios
que comenzó la buena obra en nosotros la continuará a través de nuestra vida y
la terminará cuando le veamos cara a cara. La obra de Dios por nosotros comenzó
cuando Cristo murió en la cruz en nuestro lugar. Su obra en nosotros comenzó
cuando creímos en El. Ahora el Espíritu Santo vive en nosotros, capacitándonos
para que cada día seamos más semejantes a Cristo. Pablo describe el proceso de
crecimiento y madurez del cristiano que comienza al aceptar a Cristo y seguirá
hasta que Cristo vuelva.
Cuando
Pablo dijo: "en mis prisiones", probablemente se refería a su prisión
en Filipos. En los versículos 13 y 14, Pablo habla de su prisión en Roma.
Dondequiera que estuviera, aun en la cárcel, predicaba las buenas nuevas con
fidelidad.
Pablo
tenía el anhelo de ver a los cristianos en Filipos. Su amor y afecto por ellos
se basaba no simplemente en experiencias pasadas sino en la unidad que viene
cuando los creyentes son atraídos por el amor de Cristo. Todos los cristianos
son parte de la familia de Dios y poseen por igual el poder transformador de su
amor.
Pablo
oró que los filipenses se unieran en amor. El amor de ellos fue el resultado
del gran conocimiento de Cristo y de la profunda visión. Ese amor no se basaba
en sentimientos sino en lo que Cristo había hecho por ellos.
Pablo
clama por los filipenses "para que aprobéis lo mejor", en otras
palabras, que tuvieran la habilidad para diferenciar entre lo correcto y lo
erróneo, lo bueno y lo malo, lo vital y lo superficial.
El
"día de Cristo" se refiere al tiempo cuando Dios juzgará al mundo a
través de Jesucristo. Deberíamos vivir cada día pensando en que Él podría regresar
en cualquier momento.
Los
"frutos de justicia" incluyen todos los rasgos de carácter que fluyen
de una correcta relación con Dios. No hay otra manera de conseguir estos frutos
de justicia que no sea a través de Cristo.
La
prisión puede motivar en muchas personas enojo o abandono, pero Pablo la vio
como otra oportunidad para difundir las buenas nuevas de Cristo. Pablo concluyó
que las circunstancias presentes no eran tan importantes como lo que hizo con
ellas. Al cambiar una mala situación en algo bueno, alcanzó a los soldados
romanos del pretorio y animó a los cristianos que temían la persecución.
Pablo
tenía una maravillosa actitud generosa. Sabía que algunos predicaban para
fundamentar su propia reputación, aprovechándose de la prisión de Pablo para
hacerse famosos. El apóstol se alegraba de que el evangelio fuera predicado,
pese a las motivaciones de esos predicadores. Algunos cristianos sirven por
razones equivocadas. Pablo no los condona ni Dios pasa por alto sus motivos,
pero debiéramos alegrarnos si Dios usa su mensaje, sin tomar en cuenta su
motivación.
El
ruego de Pablo era que cuando enfrentara el juicio pudiera hablar de Cristo con
valor y no fuera tímido ni se avergonzara. Sea que viviera o que muriera,
deseaba exaltar a Cristo.
Para
Pablo la vida significa desarrollar valores eternos y hablar a otros acerca de
Cristo, que es el único que puede ayudarnos a ver la vida desde una perspectiva
eterna. Lo máximo en la vida de Pablo era hablar con denuedo en favor de Cristo
y ser semejante a Él. Por eso Pablo pudo decir con total confianza que morir
sería mejor que vivir, porque al morir se libraría de las inquietudes del mundo
y vería a Cristo cara a cara.
Pablo
animó a los creyentes a estar unidos, a estar "firmes en un mismo
espíritu, combatiendo unánimes por la fe".
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