LECTURA
DIARIA:
1
Tesalonicenses Introducción
Tesalónica,
la capital de la provincia romana de Macedonia, era un puerto importante del
mar Egeo. Pablo llegó a esa ciudad en el año 50, durante su segundo viaje
misionero. Allí fundó una comunidad cristiana, compuesta en su mayor parte de
paganos convertidos a la fe.
Su
permanencia en Tesalónica fue muy breve, ya que debido a la oposición de los
judíos debió abandonar la ciudad precipitadamente. A su salida, la comunidad
quedó sola en medio de la persecución y con una insuficiente formación
religiosa.
Preocupado
por la suerte de los cristianos, Pablo les envió a Timoteo, desde Atenas. A su
regreso, este trajo al Apóstol noticias muy alentadoras: la comunidad se había
mantenido firme en la fe y recordaba a Pablo con afecto. Sin embargo, algunos
esperaban con impaciencia la Venida del Señor y se negaban a trabajar,
resultando una carga para sus hermanos. Otros estaban preocupados, porque
suponían erróneamente que los cristianos que ya habían muerto no iban a estar
presentes cuando viniera el Señor.
Para
responder a estas inquietudes, Pablo escribió poco después de su llegada a
Corinto, a comienzos del año 51, la primera carta a los Tesalonicenses. Además
del encabezamiento, característico del estilo epistolar, se pueden distinguir
dos grandes secciones.
En
la primera el Apóstol mira al pasado y rememora los comienzos de la evangelización
de Tesalónica (1.2 – 3.11). Se alternan recuerdos de su predicación y de la
respuesta de aquellos fieles. En ese contexto explica las circunstancias en las
que escribe la carta, haber tenido que salir precipitadamente de aquella ciudad
y el deseo de regresar a Tesalónica, lo que pide confiadamente a Dios para
seguir colmando de bienes a los tesalonicenses.
La
segunda sección es una exhortación a vivir de modo coherente con la doctrina
del evangelio predicado y recibido (4.1 – 5.24).
Pablo
se detiene especialmente en lo que parece más urgente para los fieles de
Tesalónica: la esperanza firme en que las dificultades con que se encuentran se
tornarán en alegría con la venida del Señor; la espera ha de ser paciente y
activa a la vez, pues no se sabe el momento en que acontecerá, por lo que se
requiere estar siempre preparados para ese encuentro.
La
carta concluye con unas breves palabras de despedida (5.25 - 28)
En la carta se encuentran mencionadas las
principales verdades de la fe, así como los fundamentos de la moral y los
motivos de la oración cristiana.
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