LECTURA
DIARIA:
1
Tesalonicenses 2
Cuando
el apóstol Pablo dice: "Nuestra visita a nosotros" se refiere a su
primera visita a Tesalónica. Los tesalonicenses sabían que Pablo había estado
preso en Filipos justo antes de su venida a Tesalónica.
El
temor a perder la libertad no fue obstáculo para que Pablo siguiera predicando
el evangelio.
El
versículo 3 pudo haber sido la respuesta a acusaciones de los líderes judíos
que habían agitado a las masas. Al predicar el evangelio, Pablo no buscaba dinero,
fama o popularidad. El demostró la sinceridad de sus motivos cuando junto con
Silas sufrió por difundir el evangelio en Filipos.
Pablo
nunca cambió su mensaje para hacerlo más aceptable, aunque trató que sus
métodos estuvieran acorde con cada audiencia.
Los
que proclaman la verdad de Dios tienen una responsabilidad especial de ser
honestos.
Cuando
Pablo estuvo con los tesalonicenses, no los aduló, no buscó su alabanza y no
fue una carga para ellos. El y Silas concentraron sus esfuerzos en la presentación
del mensaje de Dios para la salvación de los tesalonicenses. Los creyentes de
aquel lugar habían sido cambiados por Dios, no por Pablo; fue el mensaje de
Cristo el que creyeron, no el de Pablo.
La
ternura no siempre es una cualidad apreciada en nuestra sociedad. Poder y
rudeza ganan más respeto, aun cuando a nadie le gusta ser amedrentado. Ternura
es amor en acción: es ser considerado, satisfacer las necesidades de los demás,
dedicar tiempo para escuchar a las otras personas y estar dispuestos a aprender.
Aunque
Pablo tenía el derecho de recibir apoyo económico de la gente a la que
enseñaba, trabajó como fabricante de tiendas para sostenerse y no ser carga a
los nuevos creyentes en Tesalónica.
Por
sus palabras y ejemplo, Pablo animó a los tesalonicenses a vivir de tal manera
que pudieran ser dignos de Dios.
Así
como los judíos cristianos en Jerusalén fueron perseguidos por otros judíos,
así los cristianos gentiles en Tesalónica fueron perseguidos por sus
coterráneos gentiles.
Cuando
Pablo se refiere a los judíos, está hablando de ciertos judíos que se oponían a
su predicación del evangelio, no a todos los judíos. Muchos de los convertidos
de Pablo eran judíos, como él.
A
pesar que la religión judía había sido declarada "legal" por las
autoridades romanas, la relación con el gobierno seguía siendo débil. En ese
tiempo, el cristianismo era visto como una secta del judaísmo. Los judíos
temían que las represalias aplicadas contra los cristianos pudieran alcanzar a
ellos.
No
se sabe exactamente qué impidió el regreso de Pablo a Tesalónica: oposición,
enfermedad, complicaciones en el viaje o un ataque directo de satanás, pero
Satanás de alguna manera intentó mantenerlo alejado.
La
recompensa final para el ministerio de Pablo no era dinero, prestigio o fama,
sino nuevos creyentes cuyas vidas fueron cambiadas por Dios por medio de la
predicación del evangelio. Este era el motivo por el cual tenía muchas ganas de
verlos.
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