TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Hagan,
pues, morir todo lo que hay de terrenal en ustedes: que nadie cometa
inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos
deseos, ni se deje llevar por la avaricia (que es una forma de
idolatría). Por estas cosas viene el terrible castigo de Dios sobre
aquellos que no lo obedecen; y en su vida pasada ustedes las hacían”. Colosenses 3. 5 – 7
Pero
sin duda el cambio más profundo que puede existir es el de conocer a Cristo,
este no es un cambio externo, sino del corazón y Pablo anima a los Colosenses a
perduran en este cambio, "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros:
fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es
idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de
desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando
vivíais en ellas."
La
vida cristiana es una lucha continua, donde los pecados pasados vuelven una y
otra vez para atraparnos e intentar que abandonemos el nuevo camino por el que
empezamos a andar. Cristo los venció en la cruz, en Él hemos sido libertados de
las ataduras que nos tenían atrapados y nos hacían vivir conforme la corriente
de este mundo, pecados de carácter sexual como la fornicación, el adulterio,
deseos contrarios a lo que Dios ordena y envidias y avaricia, todo esto acaba
siendo idolatría hacia nosotros mismos.
Tristemente
hoy en día es cada vez más habitual de escuchar sobre cristianos que caen en
aquellas cosas las cuales habían abandonado, que se están dejando atrapar de
nuevo a las cadenas de las cuales ya se habían librado y esto trae
consecuencias catastróficas, relaciones rotas, niños con familias
desestructuradas, embarazos no deseados que en ocasiones acaban incluso en
abortos. No miremos atrás, en ocasiones el pecado del cual hemos sido librados
puede llegar a ser incluso atractivo, pero en realidad, no es más que
esclavitud. Huyamos de nuestro pasado, no volvamos atrás y sobre todas las
cosas amemos a Dios.
Dios
les bendiga abundantemente.
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