LECTURA
DIARIA:
Colosenses
capítulo 2
La carta de Pablo a la iglesia en Laodicea indica que la falsa doctrina había llegado hasta allí. Pablo anhelaba que las iglesias fueran unidas por lazos de amor para enfrentarse a esta herejía y para que se animaran unos a otros a permanecer fieles al plan de salvación de Dios en Cristo.
El
problema que Pablo combatía en la iglesia de Colosas era similar al gnosticismo
(conocimiento, en griego). Esta herejía (una enseñanza contraria a la doctrina
cristiana), atacaba al cristianismo en varias formas: (1) Insistía en que el
importante conocimiento secreto estaba escondido para la mayoría de los
creyentes; Pablo, en cambio, manifestaba que Cristo nos provee todo el
conocimiento que necesitamos. (2) Enseñaba que el cuerpo era maligno; Pablo
declaraba que Dios mismo se hizo carne, o sea, se encarnó en Cristo Jesús. (3)
Decían que Cristo solo parecía ser humano, pero que no lo era; Pablo insistía
en que Jesús es completamente humano y divino. El gnosticismo se estableció en
el segundo siglo. Aun en los días de Pablo, estas ideas fueron atractivas para muchos
y la exposición de tales enseñanzas podía seducir a una iglesia que no conocía
bien la doctrina de Cristo.
Aceptar
a Cristo como Señor de su vida es el comienzo de la vida con Cristo. Pero debe
continuar siguiendo a sus líderes para arraigarse, edificarse y fortalecerse en
su fe. Para vivir para Cristo debemos dedicar nuestra vida y someternos a su
voluntad, buscar aprender de Él, de su
vida y de sus enseñanzas; y reconocer el
poder del Espíritu Santo en nosotros.
Pablo
usa la ilustración de estar arraigados a Cristo. Así como las plantas reciben
nutrición del suelo a través de sus raíces, recibimos fortaleza de Cristo.
Cuanto más dependan nuestras vidas de Él, menos serán las posibilidades de que
seamos engañados por aquellos que falsamente claman tener respuestas para la
vida. Si Cristo es nuestra fortaleza, seremos libres de las regulaciones
humanas.
Pablo comienza diciendo a
los colosenses, que nadie los engañe por medio de filosofías y huecas
sutilezas, La historia de la filosofía nos muestra que nunca los filósofos
buscaron respuestas a los problemas de la vida en la Palabra de Dios, por eso
todavía siguen buscando respuestas, porque la verdad no se encuentra en la
sabiduría humana.
La respuesta es el misterio de Dios, que es Cristo, en quien se encarnó la plenitud de la Divinidad para la redención y reconciliación del hombre. En el Dios encarnado están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
El cristiano debe basar su vida en Cristo, no en una filosofía o sistema mundano.
Pablo hace una declaración muy directa y clara de la deidad del Señor Jesucristo, que no se podría haber declarado de una forma más categórica que ésta, como creyentes no necesitamos más nada para nuestra vida si Cristo está en nuestro corazón reinando.
EL apóstol les decía que todo aquello que fuera externo como la circuncisión no les servía, y que la verdadera circuncisión era el nuevo nacimiento.
Cuando confiamos en ËL como nuestro Salvador, entonces descansamos en Él y nos identificamos con Él, y somos sepultados con Él en el bautismo. Pero también somos resucitados con Él, quedando así unidos al Cristo viviente.
La salvación no es el mejoramiento de la antigua naturaleza sino el nacimiento de una nueva naturaleza.
Nuestra vieja naturaleza había sido condenada por el pecado, cuando Cristo murió, Él murió por nosotros; Él pagó el castigo por nuestro pecado.
Cristo derrotó al enemigo y exhibió su victoria ante todos en la cruz.
Ahora, Pablo dice, el creyente no tiene que cumplir con ordenanzas que sean solo rituales o litúrgicas: éstas no tienen valor para el presente. Dios dio ciertos rituales para la gente en el Antiguo Testamento, pero era sombra de lo que había de venir.
Pablo estaba condenando firmemente a la doctrina de los gnósticos, que simulaban ser sabios. El gnosticismo enseña una humildad fingida y el culto a los ángeles; esa doctrina considera a Cristo simplemente como el más elevado en rango en el orden de los espíritus creados. Pablo advierte contra esos errores y señala a los falsos maestros como intrusos, que se entrometen en temas de los cuales son ignorantes.
Los falsos maestros proclamaban que DIOS estaba demasiado lejos y que podrían acercarse sólo a través de varios niveles de ángeles. Enseñaban que el pueblo tenía que adorar a los ángeles progresivamente hasta alcanzar a Dios.
Por eso Pablo fue enfático en su enseñanza, ya que habéis muerto cuando Cristo murió, no regreséis a vuestra vida anterior a la cruz. Y estos ejemplos que encontramos en estos versículos parecen referirse al orgullo que pretende imitar a la humildad.
La palabra final del apóstol es que estas actitudes no tienen valor alguno, de nada sirven para combatir los deseos mundanos. Dios quiere que disfrutemos con alegría nuestra relación con Él. Cristo quiere que estemos cerca de Él.
La respuesta es el misterio de Dios, que es Cristo, en quien se encarnó la plenitud de la Divinidad para la redención y reconciliación del hombre. En el Dios encarnado están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
El cristiano debe basar su vida en Cristo, no en una filosofía o sistema mundano.
Pablo hace una declaración muy directa y clara de la deidad del Señor Jesucristo, que no se podría haber declarado de una forma más categórica que ésta, como creyentes no necesitamos más nada para nuestra vida si Cristo está en nuestro corazón reinando.
EL apóstol les decía que todo aquello que fuera externo como la circuncisión no les servía, y que la verdadera circuncisión era el nuevo nacimiento.
Cuando confiamos en ËL como nuestro Salvador, entonces descansamos en Él y nos identificamos con Él, y somos sepultados con Él en el bautismo. Pero también somos resucitados con Él, quedando así unidos al Cristo viviente.
La salvación no es el mejoramiento de la antigua naturaleza sino el nacimiento de una nueva naturaleza.
Nuestra vieja naturaleza había sido condenada por el pecado, cuando Cristo murió, Él murió por nosotros; Él pagó el castigo por nuestro pecado.
Cristo derrotó al enemigo y exhibió su victoria ante todos en la cruz.
Ahora, Pablo dice, el creyente no tiene que cumplir con ordenanzas que sean solo rituales o litúrgicas: éstas no tienen valor para el presente. Dios dio ciertos rituales para la gente en el Antiguo Testamento, pero era sombra de lo que había de venir.
Pablo estaba condenando firmemente a la doctrina de los gnósticos, que simulaban ser sabios. El gnosticismo enseña una humildad fingida y el culto a los ángeles; esa doctrina considera a Cristo simplemente como el más elevado en rango en el orden de los espíritus creados. Pablo advierte contra esos errores y señala a los falsos maestros como intrusos, que se entrometen en temas de los cuales son ignorantes.
Los falsos maestros proclamaban que DIOS estaba demasiado lejos y que podrían acercarse sólo a través de varios niveles de ángeles. Enseñaban que el pueblo tenía que adorar a los ángeles progresivamente hasta alcanzar a Dios.
Por eso Pablo fue enfático en su enseñanza, ya que habéis muerto cuando Cristo murió, no regreséis a vuestra vida anterior a la cruz. Y estos ejemplos que encontramos en estos versículos parecen referirse al orgullo que pretende imitar a la humildad.
La palabra final del apóstol es que estas actitudes no tienen valor alguno, de nada sirven para combatir los deseos mundanos. Dios quiere que disfrutemos con alegría nuestra relación con Él. Cristo quiere que estemos cerca de Él.
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