TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Entonces,
no pudiendo resistir más, decidimos quedarnos solos en Atenas y enviar a
nuestro hermano Timoteo, que es colaborador de Dios en el anuncio del evangelio
de Cristo.
Lo enviamos para que fuera a afirmarlos y animarlos en su fe, y
para que ninguno se dejara confundir por estas dificultades. Pues ustedes
mismos saben que tenemos que sufrir estas cosas. Además, cuando todavía
estábamos con ustedes, les advertimos que íbamos a tener aflicciones; y así
sucedió, como ya saben. Por eso, yo en particular, no pudiendo resistir
más, mandé preguntar cómo andaban ustedes en cuanto a su fe, pues tenía miedo
de que el tentador les hubiera puesto una tentación y que nuestro trabajo
hubiera resultado en vano”. 1
Tesalonicenses 3. 1 – 6
¿Qué
quería decir Pablo a los creyentes de Tesalónica al recomendarles que
estuvieran “firmes en la fe” o “firmes en el Señor”?
Por
una parte, él aconsejaba a los tesalonicenses a que le buscaran el mejor lado a
cada situación en que se encontraran para dar siempre la gloria al Señor.
Este principio puede ilustrarse en los distintos cuadros que nos ofrece la naturaleza. Por ejemplo, las flores más lindas suelen hallarse en medio de los pantanos más impenetrables.
Lo mismo ocurre cuando uno camina por una calle entre viejos y casi destruidos edificios de las grandes ciudades. En medio de las hendiduras del concreto se pueden apreciar plantitas muy atractivas con diminutas florecitas que sólo nos recuerdan la mano que las ha creado.
¿Quién no se detiene a admirar cómo se sostienen los árboles torcidos y casi vencidos por los furiosos vientos a la orilla del mar?
Este principio puede ilustrarse en los distintos cuadros que nos ofrece la naturaleza. Por ejemplo, las flores más lindas suelen hallarse en medio de los pantanos más impenetrables.
Lo mismo ocurre cuando uno camina por una calle entre viejos y casi destruidos edificios de las grandes ciudades. En medio de las hendiduras del concreto se pueden apreciar plantitas muy atractivas con diminutas florecitas que sólo nos recuerdan la mano que las ha creado.
¿Quién no se detiene a admirar cómo se sostienen los árboles torcidos y casi vencidos por los furiosos vientos a la orilla del mar?
Sin
embargo, permanecen allí a través de los años. Es admirable la belleza de las
flores que brotan en las inmensas paredes de las laderas en las montañas. Allí
los pequeños arbustos lucen su colorido en medio de las más precarias
circunstancias.
Lo que los cristianos podemos aprender de estos ejemplos de la naturaleza es que aun en medio de las peores circunstancias puede florecer la vida cristiana más fructífera.
Lo que los cristianos podemos aprender de estos ejemplos de la naturaleza es que aun en medio de las peores circunstancias puede florecer la vida cristiana más fructífera.
En
medio de las tormentas más fuertes puede levantarse la vida cristiana como
testimonio firme del poder y del amor de Dios. Quizá haya situaciones precarias
y difíciles en las que no existan esperanzas de sobrevivir, pero la gracia y el
poder de Dios son suficientes para hacernos florecer donde no haya recursos
materiales.
Tal
como lo hicieran los cristianos tesalonicenses, permanezcamos firmes en el
Señor, creciendo siempre en fe y en amor para servirle con eficiencia.
Dios
les bendiga abundantemente.
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