TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“En
otras palabras, mientras el heredero es menor de edad, en nada se
diferencia de un esclavo, a pesar de ser dueño de todo.
Al
contrario, está bajo el cuidado de tutores y administradores hasta la
fecha fijada por su padre. Así también nosotros, cuando éramos
menores, estábamos esclavizados por los principios de este mundo. Pero
cuando se cumplió el plazo,* Dios envió a su Hijo, nacido de una
mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la
ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. Ustedes ya son
hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo,
que clama: "¡Abba! ¡Padre!" Gálatas 4. 1 - 6
Cuando
empezamos a descubrir el conocimiento de Dios, podemos encontrarnos viviendo o
aun experimentando la vida de un esclavo, porque no hay diferencia entre uno y
el otro, pues mientras no conozcamos y entendamos que es heredero y cuál es la
promesa, nuestra vida espiritual en nada se diferencia del esclavo. Pero en la
medida en que crecemos empezamos a descubrir lo que a Él le pertenece y a donde
el también pertenece.
Como
todo el crecimiento espiritual tiene su proceso, no ocurre de la noche a la
mañana, aunque si difiere según la entrega, para que así mismo podamos crecer
en la gracia que nos permita reclamar nuestra herencia.
Mientras
crecemos espiritualmente, continuamos sometidos por los principios de este
mundo, que nos arrastran a la mentira y el engaño, hasta que por su gracia,
crecemos y podemos reconocerlos y dejarlos atrás, para seguir el propósito.
El cumplimiento
de la promesa llego cuando Cristo fue enviado y cumplió con todo lo que la ley
exigía a aquel que quería ser salvado. Cristo nació en la carne, y vivió bajo
la ley, tuvo que lidiar con su cumplimiento y su superficialidad, para poder
llegar a lo profundo y de esta manera podérselo comunicar a la humanidad.
Al
cumplir con los requisitos de la ley, nos justificó mediante su obra y vida,
para que al creer, podamos ser adoptados como hijos, y para que siendo hijos
podamos vivir en unidad con él.
Necesitas
entender esto, somos hijos, ya no somos esclavos del pecado, ahora tenemos la
potestad de ejercer dominio propio y el poder para romper con toda cadena de
esclavitud.
Al
entender que somos hijos, también debemos comprender que los hijos son aquellos
a quienes Dios ha enviado su Espíritu, para que podamos clamar como hijos y
decir: Papito, Padre, amado.
Dios
los bendiga abundantemente.
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